Mariela
Rosero Coordinadora
mrosero@elcomercio.com
Quito.- 1559 Pacientes del área de Psiquiatría del
Hospital Pablo Arturo Suárez, en Quito.
No le gustaba ni borrar en las hojas,
prefería arrancarlas de sus cuadernos y volver a empezar. Tras graduarse de
bachiller con honores, Milena era exigente con ella misma y perfeccionista.
Así que al fracasar en la universidad, en una
carrera y luego en otra, se desmoronó (va por la tercera).
La joven, de 27 años, iba de un psicólogo y
psiquiatra a otro. Incluso ya tomaba medicación contra la depresión, diagnosticada
un año atrás. Lo recuerda Gissela Echeverría, terapista familiar sistémica y
especialista en EFT o la técnica de la liberación emocional.
La presión -relata- hizo que olvidara que la
esencia humana es imperfecta. Sentía miedo a equivocarse y no podía
concentrarse para estudiar, perdió una materia y dejó esa carrera.
Se odiaba, su cerebro estaba sometido a mucha
presión, saturado de cortisol y adrenalina (hormonas del estrés), con las
capacidades bloqueadas.
Circunstancias así, con antecedentes de dos
semanas de tristeza permanente, y con pérdida de apetito, de sueño y de interés
por actividades que solían dar placer, la viven 300 millones de personas en el
planeta, según la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Mañana 7 de abril se conmemora el Día Mundial
de la Salud. Por eso la OMS emprendió una campaña, cuyo lema es “hablemos de
depresión”. Esa es la principal causa de problemas de salud y discapacidad en
el planeta.
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