Archivo del blog html

17 de abril de 2017

Así comenzó a poblarse La Romana

Rafael Torres
Ese pueblecito ya constituido pomposamente a principios del siglo pasado como municipio de la provincia de El Seibo, a partir de 1911, vio llegar norteamericanos con la determinación de construir un gran central azucarero y un muelle para traer los materiales para la construcción de la enorme instalación primero y después exportar su azúcar.
Aquel pueblecito de unos 3 mil habitantes entonces, vio llegar también puertorriqueños y súbditos ingleses de las Antillas menores, " cocolos", que trabajaban en el central Guànica de Puerto Rico, propiedad de la misma empresa que construiría el que sería llamado Central Romana.
Se precisaban peones por millares, había trabajo seguro para todo quien llegara dispuesto, el Central construiría viviendas para algunos, solteros y con familia, y el ayuntamiento municipal facilitaba solares para la construcción de viviendas e instalación de negocios diversos.
De esa forma comenzó a poblarse La Romana y a expandirse el pueblecito. Cierren los ojos como yo amigos, e imaginen el movimiento de aquellos días en el que fuera un tranquilo lugar hasta hacía poco tiempo. Cómo y dónde vivían aquellos centenares de recién llegados en busca de trabajo y una mejor vida.
La imaginación tiene que construir y ampliar lo que los historiadores han escrito someramente sobre aquellos días. Comenzaba a dar sus primeros pasos en la segunda década del siglo pasado el pueblo que años más tarde sería el más importante de la región Este, formado de inmigrantes americanos, boricuas, ingleses, dominicanos de todo el país, árabes, españoles, italianos, corsos y chinos.
Era una pequeña Babel en que sonaban varios idiomas y distintos acentos del habla criolla como el higüeyano, seibano, samanense, sureño y cibaeño.

Con el paso se irían conociendo unos y otros, compañeros de trabajo, del pausa boricua, del cocolo inglés, de lejitos con el jefe y huraño gringo, cliente del barbero, del sastre y barsano del árabe de la tienda de ropa, así como uno del Cibao se casaba con una seibana y un boricua con una criolla, un cocolo se uniría con una nuestra y en menor escala un italiano, corso, español y hasta uno que otro gringo se cruzaría con una morena, una mulata o una jaba y comenzaron a nacer romanenses, más tarde Serie 26.

No hay comentarios: