Voces y ecos:
RAFAEL PERALTA ROMERO
rafaelperaltar@gmail.com
RAFAEL PERALTA ROMERO |
Tutín Beras Goico escapó de
la vida terrenal hace trece años, pero mantiene un programa de radio, transmitido de lunes a viernes, que
cuenta con una audiencia deseable para
cualquier espacio, musical o de
la naturaleza que fuere. El milagro se produce entre doce y dos de la tarde por
la 97.7 FM, del grupo Listín.
Música a las 12 salió al aire
en septiembre de 2001. La idea era tocar las melodías que le gustaban a su
productor, quien contaba con un
patrimonio musical poco común. Se dice que
don Tutín llegó a acumular más de diez
mil discos. Hablaba de música y lo hacía con absoluto desenfado, cual si
estuviese en casa rodeado de amigos.
Beras Goico procreó tres
hijos y los formó trabajando en radio y televisión. Pero no parece que Música a
las 12 fuera un proyecto de amplias
ambiciones pecuniarias. Fue concebido
para cumplir lo que solía hacer su
conductor cada día: deleitarse escuchando música, lo que era para él un hábito recurrente.
Octavio Beras-Goico, un
muchacho mayor de cuarenta, es el menor de los vástagos y el más cercano al
gusto paterno. Estudió Administración y se dedicaba al negocio de alimentos y
bebidas al momento de perder a su padre. No tenía experiencia alguna en
radiodifusión, pero la muerte de don Tutín lo tornó comunicador.
Desde que enfermó su padre
–cuenta Octavio- fue a la casa y se cercioró de cómo él preparaba el programa. “En
un pequeño bulto colocaba veinte CD, eso hice y me presenté a la emisora”. Desde
entonces se le oye reír con frecuencia y
exclamar “eso no tiene explicación”, cuando quiere exaltar el impacto de una pieza musical.
La administración de la Estación
hizo todo para que el entonces neófito en
el área aprendiera a conducir un espacio radial. Él puso su gusto musical –el mismo
de su padre- y lo más importante: la capacidad de hacer saber a los oyentes que
ese es el programa de don Tutín Beras Goico y que allí se escucha la música de
su discoteca.
Ahí está el sortilegio. Este
hombre no solo ama la música, sino que venera a su padre y cada día le tributa
un homenaje que los oyentes aceptan –o aceptamos- complacidos. Conozco su voz
desde hace catorce años. Lo vi por
primera vez hace unos días, durante la celebración de la 21ª Feria
Internacional del Libro.
Lo he ponderado en secreto, como
simple oyente. Pero hay que divulgarlo: lo que hace cada día Octavio Beras-Goico
para ponernos a disfrutar buena música a la vez que muestra vivo a su padre, merece proclamarse. Eso sí tiene explicación.
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