11 de mayo de 2018

Eso sí tiene explicación


Voces y ecos:
RAFAEL PERALTA ROMERO
rafaelperaltar@gmail.com
RAFAEL PERALTA ROMERO
Tutín Beras Goico escapó de la vida terrenal hace trece años, pero mantiene un programa  de radio, transmitido de lunes a viernes, que cuenta con una audiencia deseable para  cualquier espacio,  musical o de la naturaleza que fuere. El milagro se produce entre doce y dos de la tarde por la 97.7 FM, del grupo Listín.
Música a las 12 salió al aire en septiembre de 2001. La idea era tocar las melodías que le gustaban a su productor,  quien contaba con un patrimonio musical poco común. Se dice  que don Tutín  llegó a acumular más de diez mil discos. Hablaba de música y lo hacía con absoluto desenfado, cual si estuviese en casa rodeado de amigos.
Beras Goico procreó tres hijos y los formó trabajando en radio y televisión. Pero no parece que Música a las 12 fuera  un proyecto de amplias ambiciones pecuniarias.  Fue concebido para  cumplir lo que solía hacer su conductor cada día: deleitarse escuchando música, lo que era para  él un hábito recurrente.
Octavio Beras-Goico, un muchacho mayor de cuarenta, es el menor de los vástagos y el más cercano al gusto paterno. Estudió Administración y se dedicaba al negocio de alimentos y bebidas al momento de perder a su padre. No tenía experiencia alguna en radiodifusión, pero  la muerte de  don Tutín lo tornó comunicador.
Desde que enfermó su padre –cuenta Octavio- fue a la casa y se cercioró de cómo él preparaba el programa. “En  un pequeño bulto  colocaba veinte CD,  eso hice y me presenté a la emisora”. Desde entonces se le oye reír  con frecuencia y exclamar “eso no tiene explicación”, cuando quiere exaltar  el impacto de una pieza musical.
La administración de la Estación hizo todo para que el entonces neófito  en el área aprendiera a conducir un espacio radial. Él puso su gusto musical –el mismo de su padre- y lo más importante: la capacidad de hacer saber a los oyentes que ese es el programa de don Tutín Beras Goico y que allí se escucha la música de su discoteca.
Ahí está el sortilegio. Este hombre no solo ama la música, sino que venera a su padre y cada día le tributa un homenaje que los oyentes aceptan –o aceptamos- complacidos. Conozco su voz desde  hace catorce años. Lo vi por primera vez hace unos días, durante la celebración de la 21ª Feria Internacional del Libro.
Lo he ponderado en secreto, como simple oyente. Pero hay que divulgarlo: lo que hace cada día Octavio Beras-Goico para ponernos a disfrutar buena música a la vez que  muestra vivo a su padre,  merece proclamarse. Eso sí tiene explicación.

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