Indicadores macroeconómicos
alertan a los bancos centrales cuándo acudir a este mecanismo de control
La inflación descontrolada es el
“cuco” de los bancos centrales. Todas sus acciones de política monetaria se
toman con miras a mantener a raya los precios de los bienes y servicios
transables. Un alza en las materias primas, por ejemplo, desencadena una hilera
de acontecimientos que afectan la salud de la economía. El poder adquisitivo de
la población, por supuesto, es la principal víctima.
Una de las variables
macroeconómicas de mayor impacto en los precios de los bienes de consumo es la
tasa de cambio. El mercado cambiario en América Latina, con excepción de Cuba y
Venezuela, funciona tomando en cuenta la oferta y la demanda que ejercen los
agentes del mercado.
La mayoría de los países de la
región, especialmente aquellos en los que las materias primas importadas tienen
una alta ponderación, no pueden ignorar el indefectible traspaso de las
fluctuaciones cambiarias hacia los precios. República Dominicana es el mejor
ejemplo.
Los hacedores de política
monetaria, amparados en su responsabilidad de mantener a como dé lugar la
estabilidad macroeconómica, utilizan diversas vías para intervenir en el
mercado de dinero. Una opción es retirar circulante local a través de la
emisión de títulos con tasas atractivas, y la otra vía es disponer de dólares,
especialmente a través de subastas, para impedir que la tasa de cambio suba.
Los tipos de interés, por supuesto, son otra medida efectiva, pero de efectos
más lentos.
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