El Cañero

17 de mayo de 2018

El mercado cambiario de América Latina está acostumbrado a ser intervenido


Indicadores macroeconómicos alertan a los bancos centrales cuándo acudir a este mecanismo de control
La inflación descontrolada es el “cuco” de los bancos centrales. Todas sus acciones de política monetaria se toman con miras a mantener a raya los precios de los bienes y servicios transables. Un alza en las materias primas, por ejemplo, desencadena una hilera de acontecimientos que afectan la salud de la economía. El poder adquisitivo de la población, por supuesto, es la principal víctima.
Una de las variables macroeconómicas de mayor impacto en los precios de los bienes de consumo es la tasa de cambio. El mercado cambiario en América Latina, con excepción de Cuba y Venezuela, funciona tomando en cuenta la oferta y la demanda que ejercen los agentes del mercado.
La mayoría de los países de la región, especialmente aquellos en los que las materias primas importadas tienen una alta ponderación, no pueden ignorar el indefectible traspaso de las fluctuaciones cambiarias hacia los precios. República Dominicana es el mejor ejemplo.
Los hacedores de política monetaria, amparados en su responsabilidad de mantener a como dé lugar la estabilidad macroeconómica, utilizan diversas vías para intervenir en el mercado de dinero. Una opción es retirar circulante local a través de la emisión de títulos con tasas atractivas, y la otra vía es disponer de dólares, especialmente a través de subastas, para impedir que la tasa de cambio suba. Los tipos de interés, por supuesto, son otra medida efectiva, pero de efectos más lentos.

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