El Cañero

9 de mayo de 2018

Así Se Manipula ¿Por qué no hay periodistas de medios privados que denuncian la manipulación en sus empresas?


Pascual Serrano
Pascual Serrano
Están alcanzando un gran protagonismo en medios y redes las denuncias de manipulación que están haciendo públicas los trabajadores de RTVE. El detonante ha sido el uso de la mayoría absoluta del PP en el Senado para paralizar la renovación de la dirección del ente público. La actual dirección fue aprobada por las cámaras de la anterior legislatura, no obedecen, por tanto, a la representatividad política actual. De ahí que el bloqueo del PP haya indignado al resto de los partidos políticos.
Y no solamente a los partidos, también los consejos de Informativos, las secciones sindicales y el propio Comité Intercentros, en el que están representados los trabajadores, están protagonizando diferentes actos de protesta. En las redes, bajo el hashtag  #AsíSeManipula, las trabajadoras de RTVE iniciaban el 30 de abril en Twitter e Instagram una campaña para “denunciar la manipulación” en la corporación de radio y televisión pública. Desde el usuario MujeresRTVE se retuiteaban numerosos ejemplos de manipulación recordando que “se hace con el dinero de todos”. “No somos cómplices y nos negamos a aceptarlo” señalaban. Además, invitaban a los espectadores de TVE, oyentes de RNE y usuarios de la web de RTVE.es a participar y relatar ejemplos de manipulación en sus redes sociales con el hashtag #AsíSeManipula. Un detalle a tener en cuenta, que las denuncias sea protagonizadas por las mujeres.
El indignante panorama de manipulación en RTVE, al igual que el que se vivió o se vive en Canal9 o Telemadrid, lleva a muchos ciudadanos a replantearse la existencia y la viabilidad de contar con una televisión pública. Y ese es el asunto que quiero tratar. El primer detalle a destacar es que una campaña donde los trabajadores de la comunicación denuncien la manipulación en el medio que trabajen es impensable en el ámbito privado. Es verdad que la manipulación en un medio público es más indignante porque se hace con el dinero de todos, pero no debería ser menos denunciable la manipulación en un medio privado. No sirve como justificación que una empresa privada es libre de adoptar una línea editorial u otra. Las televisiones y radios disfrutan de una concensión pública, se considerán depositarias de un servicio público y están obligadas profesional y legalmente a la veracidad y la pluralidad en sus contenidos. No podemos aceptar desequilibrios ni manipulaciones por muy privadas que sean, del mismo modo que no aceptamos que una empresa privada de conservas elabore alimentos en mal estado, una farmacéutica comercialice medicamentos fraudulentos, una inmobiliaria construya edificios inseguros, un hospital privado preste una mala asistencia sanitaria o una autopista de capital privado esté mal señalizada.
Para los políticos neoliberales la caída en desgracia de la televisión pública no es un problema mayor, entre otras razones porque saben que su ideología se transmite con mucha más impunidad en un medio privado sin tener que dar incómodas explicaciones a trabajadores, sindicatos o partidos de oposición. Es más, hundir su prestigio puede no ser una mala opción si con ello los ciudadanos comienzan a replantearse el gasto en medios de comunicación públicos y emigrar, por ejemplo, en el caso español, a las televisiones de Berlusconi o Planeta. No olvidemos que, durante su presidencia de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre más que manipular los contenidos de Telemadrid, su objetivo era privatizarla.

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