El Cañero

16 de enero de 2021

LUÍS HERNÁNDEZ ALFONSO (BIOGRAFÍA Y POEMA)

 Mensaje por Josefina Simón  - aires de libertad

Este polifacético e ilustre buñolero fue periodista, escritor, historiador, poeta, lingüista y activista político. Fue traductor, y prologuista de obras de insignes autores, como Julio Verne, Dickens, Rousseau, Mauriac, Cocteau, Simenon y muchos otros. Un auténtico erudito, cuyos estudios y trayectoria literaria se desarrollaron en Madrid. Era hijo del jurista, filósofo y catedrático, Luis Hernández Rico (Novelda 1866-Valencia 1938), fundador del Centro Republicano Católico de Valencia, que ejerció de secretario en el Ayuntamiento de Buñol entre 1901 y 1905. De ahí que Luis naciese en Buñol y viviese en él los primero cinco años de su vida.

En Madrid cursa sus primeros estudios e inicia muy joven las carreras de Medicina y Derecho, que no podrá terminar por dificultades económicas. De su precoz talento intelectual da fe una conferencia que pronunció cuando tenía tan solo quince años.

Bien pronto, el bullicioso mundo periodístico y literario del Madrid de la época le cuenta como uno de sus más arquetípicos miembros. Entre sus primeros escarceos literarios se cuenta el poema El Lirio (1924), una de las escasas obras de su juventud que publicó. Por esa misma época impulsa y funda en Madrid, el círculo cultural y recreativo Liceo de la Juventud, en el que estrena con éxito una obra teatral, El proscrito. Cosecha galardones en diferentes concursos literarios a lo largo y a lo ancho de España: en Cádiz, Elche, Trujillo… Publica obras, generalmente de carácter político y social, en editoriales como Morata y Castro, con las que también colabora como traductor, principalmente del francés y del italiano. En 1928 funda y dirige la publicación El Presidencialista, órgano de la Juventud Republicana Presidencialista de España, alrededor del cual se congregan e incorporan a este ideario  jóvenes juristas y escritores de gran talento y elevados ideales.

El 15 de octubre de 1928, Luis se casa con María Dolores Rodríguez (Madrid 1898-1994), en la madrileña Parroquia de San Ildefonso y de este matrimonio nacen dos hijas María Dolores (1929-1933) y Consuelo (1931-2003).

Estaba dotado de un gran talento y una capacidad de trabajo increíble. Fue colaborador habitual de los más prestigiosos medios de la época. En 1930, es galardonado con el Premio Zozaya de periodismo, concedido por el prestigioso diario La Libertad. Escribió varios libros, entre otros Virreinato del Perú, por el que recibió el Premio Cervantes 1930, de manos del Rey Alfonso XIII, y que sería reeditado por Editora Nacional en 1945; Verdad y mentira de la República Española (1933). Utilizaba varios seudónimos con los que, en ocasiones, firmaba sus artículos: "El Doctor Hache", "LHA", "Lorenzo Fanals", "Luisillo", "Luis de Buñol"...

En un artículo que escribe en 1933, en el diario de Madrid, La Libertad, habla sobre la necesidad de completar la línea férrea Madrid-Cuenca-Valencia, para optimizar la economía y el intercambio entre estas ciudades, mediante un transporte rápido y económico "de los frutos de las huertas valencianas, de la cerámica de Manises, de las fundiciones de Sagunto, de los embutidos de Buñol, de los jarabes de Játiva y Ayelo"… Luis nunca olvidó su patria chica, su origen.

Tras el 18 de julio de 1936, permanece en Madrid en calidad de jefe de prensa de las Juventudes Socialistas Unificadas, alentando a la lucha contra el fascismo con sus artículos y crónicas desde el frente, para diarios como El Liberal y otros. También ejerce de corresponsal de guerra para la revista Crónica, que publica sus artículos y crónicas en su sección La lucha en la sierra.

En 1939 es director del diario Sur, órgano del Ejército de Andalucía, con sede en Baza (Granada) y, como opta por no exiliarse, allí le sorprende el fin de la guerra, al frente del último diario republicano que cae en manos franquistas. Es encarcelado en la Prisión de Partido de esa ciudad y, posteriormente, en las prisiones granadinas de La Campana y Provincial. Se le procesa y condena a muerte y, posteriormente, le sería conmutada la pena capital por cinco años de reclusión, ante el testimonio de muchas personas inocentes cuyas vidas había contribuido a salvar. Manuscrito del archivo familiar.

Precisamente, desde la Prisión Provincial de Granada, Luis escribe Yo quisiera Consuelito, cuyo manuscrito se muestra. Se trata de un poema lleno de ternura que el padre preso escribe a su hija Consuelo cuando esta tenía once años.

Ya fuera de prisión, Luis es un claro exponente de los intelectuales del exilio interior, que dedicará sus restantes años y energías –imposibilitado a ejercer el periodismo por su calidad de enemigo del régimen– a la traducción de obras de grandes escritores antiguos y modernos. Despliega también una importante la labor lingüística con la redacción de su obra inédita Defensa del idioma y de numerosísimas papeletas enviadas a la Real Academia Española. Ejerce como asesor literario de prestigiosas editoriales como Alonso, Castro Morata y Aguilar. En esta última permanece desde 1954 hasta su jubilación en 1974, aunque continua como colaborador externo hasta su fallecimiento.

Desde que descubrimos de forma casual, navegando por internet, a este buñolero ilustre, estamos convencido de que merece como el que más, una calle o algún evento o centro cultural que lleve su nombre. Me atrevería a asegurar que si no se ha hecho ya, ha sido por desconocimiento de la existencia del personaje. Es cierto que solo vivió en Buñol sus cinco primeros solo vivió en Buñol sus cinco primeros años, pero no es menos cierto que rendía culto a su patria chica cada vez que firmaba artículos como "Luis de Buñol".

Este personaje y su obra nos fascinan. Sus artículos, de cualquier tema, transmiten compromiso, agudeza, credibilidad... En sus poemas, modelo de rima y métrica, percibimos una exquisita sensibilidad y una sutileza que colman de belleza y lirismo a cada uno de sus versos. Sus frases –algunas con un trasfondo de amargura, en defensa de causas perdidas– están cargadas de sabiduría y equilibrio y, al igual que las frases de los grandes pensadores, su vigencia es permanente, por ser intemporales. Su foto del inicio –tendría en ella treinta años, ceño fruncido, como preocupado y mirada inquisidora– nos transmite la imagen, de un intelectual serio, con mucha vida interior y, quizá, un poco atormentado. Pienso que, al igual que Larra, Luis iba muchos pasos por delante de la sociedad que le tocó vivir y eso le iba creando un poso de amargura que, de alguna manera, impregnaba su obra y su imagen.

A continuación uno de sus hermosos poemas.

                            AL MAR

¡Titán nunca vencido!

¡Coloso inquieto que tu altiva frente

con trágico rugido

alzas al cielo en ademán potente!

En tu canción detente

y escucha mi querella,

queja tenaz de un hombre que ha soñado

en robar, como tú, luz a una estrella

y no ser por ninguno domeñado.

Dame el vigor preciado

con el que creas las inquietas brumas,

con el que sabes defender tu seno

del egoísmo ajeno

y coronar la inmensidad de espumas.

Quiero ser, como tú, recio y bravío,

sin otra ley que la de mi albedrío

tan solo vigilada,

en los tiempos y espacios eternales,

por la tranquila y plácida mirada

de los errantes ojos siderales.

Quiero ser, como tú, constante y fuerte,

arcano de la vida y de la muerte

para, después de que vencido haya

a lo vivo y lo inerte,

buscando paz en la victoria, vaya

a besar, como tú, lento y rendido,

callando mi gemido,

la humilde arena de escondida playa.

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