Escrito
por Abil Peralta Agüero
Ante
la dolorosa noticia, que espantó y golpeo severamente a la comunidad artística
y cultural del país y del exterior, dando cuenta de la sorpresiva muerte del
artista contemporáneo Tony Capellán, les presento la breve reflexión que
escribí para la ocasión, y les presento para su lectura y reflexión, la
entrevista que le hiciera el crítico de arte y curador Amable López Meléndez,
publicada en el suplemento Areito del Periódico Hoy el 7 de agosto de 2004.
El
artista dominicano contemporáneo Tony Capellán, (Tamboril, Santiago, 1955-Santo
Domingo, 2017), fue el más vital de los profetas del arte dominicano del siglo
xx/xxi, quien durante décadas, con arrojo y determinación, mantuvo la poética y
dramática fantasía de su voz hablándonos a todos, nativos y extranjeros, desde
la materialidad de sus palabras con un profundo dolor existencial, y su
evidente ira contenida ante el silencio y mimetismo de los centros de poder
político global; desde donde se genera y dirige la horda autodestructiva del
hombre y la consecuente desmaterialización del planeta tierra, expresado en la
sucia, criminal, degradante y apocalíptica industria de contaminación que la
diabólica ideología civilizatoria ha impuesto como sentencia del fin de los
tiempos contra aquellas almas incapaces de sobrevivir en medio del proceso de
industrialización de la propia razón de existir y convivir con la naturaleza,
incluyendo el pensamiento y memoria del agua, los mares oceánicos y los grandes
ríos que nacieron con la misma edad de la tierra.
Tony
Capellán estaba claro y seguro de sí mismo al momento de asumir como ideología
radical el Neohumanismo ecológico, no el Panteísmo deíctico y mítico de
contemplar la naturaleza; por lo que él, todos los días, minutos y segundos de
su vida hablaba con el mar, escribía en su arena, lo amaba. Fue la razón por la
que se convirtió en guerrero y santo de las olas, sintiendo la cercanía y
reacciones propias de un mar agradecido, ante la presencia del amante y
protector aparecido, quien como si asumiera el espíritu y visión filosófica de
Jean Dubuffet, descubrió que el esplendor de la belleza también reside en la
armonía del ruido de las cosas, en la herida del objeto que muere en el mar, en
el tamaño del desamparo de la pisada y el calzado remoto (la chancleta-fósil como
mejor representación simbólica de que al mar, a los océanos van a parar los
tesoros de los más débiles y los desechos de quienes dan y arrancan la vida en
la tierra).
Su
pensamiento estético-conceptual y la rigurosa formación técnica, académica y
filosófica sobre la real función del arte, lo impulsó a convertirse en un
oficiante del proceso creador a la manera de los artistas totalizadores del
Renacimiento, que tuvieron muy claro cuál era su papel en la historia y en el
tiempo: hacer del arte un artefacto de guerra y doctrina para la sobrevivencia
y convivencia humana con la naturaleza. Fue la razón por la que, con maestría y
técnica excepcional, pero sobre todo bajo el peso de toneladas de poesía, Tony
Capellán transitó con extraordinaria calidad estética por los dominios de la
técnica del grabado en todas sus variantes de producción e impresión, por el
dibujo, escultura, pintura y como jefe del más poderoso regimiento de artistas
que desde la instalación y el arte conceptual, como variante de expresión estética,
técnica y estilística, fue capaz reorientar con sentido crítico, el rumbo de
los procesos creativos del arte en el mundo, en su caso, en la Republica
Dominicana.
No
por azar, Tony Capellán, a pesar de su discreta presencia en la escena pública
de la vida cultural del país, se ganó la admiración y el respeto de todos
aquellos que tenían bien claro, que él estaba firme en su compromiso,
determinación y fe de que de algún día, su voz de alerta, la voz de su arte,
declararían como verdad apocalíptica que alguien, en estos precisos momentos,
está matando el mundo, matando la naturaleza, matando el mar, matando los peces
y el aire, y matando la gente y matando la esperanza; es por lo que ahora
recuerdo conmovido su memorable exposición individual de instalaciones titulada
“Flotando”, presentada en el 2013 en el Centro Cultural de la Embajada de
España, en la que más que exponer, allí librero y tatuó gritos, más bien
relámpagos de tormenta sobre la contaminación de los mares del Caribe y el
planeta entero.