Más de veinte jóvenes pierden dos años en un limbo escolar a falta de un aula y un maestro en El Gramazo
Por Vianco Martínez
CORDILLERA CENTRAL.-Este mundo –o mejor dicho este fin de mundo–; este país donde la aurora tiene geranios en las manos y que mira de cerca la luz de las estrellas; este país aparte de niños sin escuela y gente que muere en los caminos sin atención médica; esta república inasequible, sin gobierno, sin dolientes, envuelto en la magia de la brisa y hechizado por la terca neblina de diciembre; este universo escrito en ningún libro, donde el tiempo se detuvo, y una mujer llamada Gela dice que cree en el futuro y lucha cada día por hacerlo llegar… se llama El Gramazo y está olvidado a 1,100 metros de altura sobre el nivel de mar, en la zona montañosa de Padre Las Casas.
CORDILLERA CENTRAL.-Este mundo –o mejor dicho este fin de mundo–; este país donde la aurora tiene geranios en las manos y que mira de cerca la luz de las estrellas; este país aparte de niños sin escuela y gente que muere en los caminos sin atención médica; esta república inasequible, sin gobierno, sin dolientes, envuelto en la magia de la brisa y hechizado por la terca neblina de diciembre; este universo escrito en ningún libro, donde el tiempo se detuvo, y una mujer llamada Gela dice que cree en el futuro y lucha cada día por hacerlo llegar… se llama El Gramazo y está olvidado a 1,100 metros de altura sobre el nivel de mar, en la zona montañosa de Padre Las Casas.
“Aquí vivimos cada día con la impresión de que
no le importamos a nadie, empezando por los gobiernos”, lamenta Gela Delgado
Peña, una mujer con las manos duras de empuñar el machete y con callos en la
espera.
Este
paraíso perdido en medio de la nada guarda 89 casas, ranchos que desdicen los
alardes de modernidad de todo un siglo. No tiene acueducto; ni caminos suficientes
para llegar, sacar las cosechas y trasladar los enfermos; no tiene atención
médica, y en cada tramo está el recuerdo de alguien que murió en la soledad de
estos senderos cuando era llevado –en parihuela, a caballo o en motocicleta– al
hospital de Constanza, el pueblo más cercano en muchos kilómetros a la redonda.
En
El Gramazo hay una escuela de ficción y en ella hay veintitrés jóvenes perdidos en un limbo escolar: hace
dos años terminaron el séptimo curso y ahora no tienen a donde ir porque el
centro, que tiene una matrícula de 92 alumnos, no cuenta con más grados.
Hacia
el norte, el centro más cercano está en Constanza, que pertenece a otra
jurisdicción escolar. Está a tres horas a pie y a casi dos a caballo, y hay que
cruzar Arroyo Hondo –situado en una hondonada– y el río Yaquecillo frontera entre Azua y La Vega– y atravesar
las comunidades La Paila y Corralito. (vigilanteinformativo.com)
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