La presidenta Dilma Rousseff fue
suspendida hoy de su cargo para ser sometida a un juicio político, lo que la
confinará a una especie de limbo político durante los meses que dure el
"impeachment".
La "elegida" del ex
presidente Luiz Inácio Lula da Silva para sucederlo y prolongar el reinado del
izquierdista Partido de los Trabajadores (PT), que durante 13 años estuvo al
frente del Gobierno de Brasil, quedará alejada del poder pero podrá seguir
viviendo en la residencia presidencial en Brasilia.
A partir de ahora, la ex guerrillera
y ex presa política, quien fue brutalmente torturada durante la dictadura
militar (1964-1985), tendrá que preparar su defensa en el juicio para evitar su
destitución definitiva tras convertirse en la primera mujer presidenta de
Brasil.
Desde el Palacio de la Alborada, la
dirigente de 68 años, nacida en Belo Horizonte el 14 de diciembre de 1947,
trabajará por su absolución de los cargos de haber manipulado resultados
contables del Gobierno y abierto créditos extraordinarios sin pedir autorización
al Congreso, prácticas que violan la Ley de Responsabilidad Fiscal. La sesión
para la votación definitiva sobre su futuro está prevista para septiembre.
La lucha de Rousseff, hija de un
poeta y empresario búlgaro y una maestra brasileña, será en solitario. De la
amplia coalición de apoyo que heredó en 2011 de su antecesor y padrino
político, y que en 2014, cuando disputó la reelección, contaba con el respaldo
de nueve partidos, hoy solo quedan tres aliados.
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