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12 de mayo de 2016

Como el ciudadano Kane

RAFAEL PERALTA ROMERO
Escuché  a un comentarista de un programa radial vespertino opinar que quienes en el proceso electoral que culmina este fin de semana, en República Dominicana,   asumen  el lema “vergüenza contra dinero”, están derrotados. Ese seudocomunicador es abanderado de las candidaturas que tienen mucho dinero y lo emplean para engrasar su maquinaria electoral.
La facción que persigue  continuar en el disfrute de los bienes públicos equivale a un grupo de poder en sentido amplio. Por la política accedieron al capital financiero y se han constituido en eficaces acumuladores de capital. Esos mismos recursos les sirven de base para una práctica política espuria que los lleva a acumular más poder.
En la película Ciudadano Kane,   de 1941,  dirigida y  escrita por  el estadounidense Orson Welles, el personaje principal –Kane-  se dedicaba a acumular cosas en su majestuosa mansión: obras de arte, objetos, muebles, joyas. Tuvo todo lo que quiso, pero no fue feliz. Reunía todo tipo de cosas, pero carecía de quien lo quisiera.
Los Kane de aquí acumulan mansiones, autos de lujo, inversiones,  mucho dinero. Alguna  gente se acerca a ellos en busca de beneficios. Como  están donde hay,  le dejan caer migajas a menesterosos políticos, que asumen el compromiso de trabajar para ellos, y  así puedan seguir succionando  las tetas de la res pública, sin pudor ni rubor.
Estos ciudadanos no  tienen amigos, pero  cuentan con gente que los celebra y los canta. De ahí tantos movimientos de apoyo a las candidaturas oficiales. Todos van a buscar, dejando de lado sus  convicciones.  Ellos no tienen seguidores, tienen beneficiarios. Nadie los quiere, pero se granjean apoyo, aun fuere fingido,  de   sujetos prostituidos.
El expresidente Leonel Fernández ya saboreó  la amargura de comprobar  hasta dónde sirve  la simpatía comprada. Legisladores que  le juraban lealtad cayeron rendidos ante el soborno  del presidente Danilo Medina para que le arreglaran la Constitución conforme a su interés de repostularse. El espíritu pudo ser pronto, pero la carne fue flaca.
No es que los Kane del gobierno  sean engañados por sus clientes,  quienes  establecen con ellos una relación de fingimiento para asegurarse nombramientos y contratas u otros favores. No, tampoco ellos quieren a nadie, para ellos solo cuenta su dinero. Su afán por la política  lo motiva  el interés  de alcanzar sus fines pecuniarios.

El pueblo dominicano tiene el gran reto de detener la voracidad de un grupo de ciudadanos que, a diferencia de Kane,  quien acopiaba cosas, acumulan cosas y acumulan dinero sucio, mucho dinero. Para ellos, vergüenza y ética son palabras risibles, como  proclamó el politiquero que hace de comentarista en un espacio radial de la tarde.

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