Por Hoy - Editorial
El resultado de
alcanzar una mayor toma de muestras sobre la presencia del virus SARS-CoV-2 en
la población da fe de una débil contención a contagios de la enfermedad
covid-19 como si hubiese estado faltando rigor al demandar uso de mascarillas,
respetar el distanciamiento físico y acogerse al toque de queda para mantener aún
más desconectada a la gente. El cierre de actividades laborales, de más
intensidad semanas atrás, no se traduce en disminución de defunciones y
hospitalizaciones y pasa a sentirse una tendencia que presagia agotamiento de
capacidades para prevenir y asistir a enfermos. Se hace más común que centros
de salud públicos y privados se declaren sin capacidad para aceptar más
pacientes.
Las autoridades
parecían conscientes de que con la desescalada vendrían más infecciones y
preocupa que en consonancia la previa habilitación de instalaciones adicionales
para alojar y aislar a portadores y pacientes no sea en este momento una
realidad tranquilizadora. Rige el estado de emergencia. La cuarentena vale
todavía para desempeños educativos, deportivos, hoteleros y de bares. La vida
nocturna sigue apagada y no se autorizan actos de masa. Visiblemente, los
controles sobre el discurrir de la población en medio de virus ameritan
reforzamientos o reorientaciones. Su efectividad está menos demostrada y la
sociedad tiene más motivos que antes para preocuparse.
En adiós a la viuda Álvarez
El fallecimiento de
doña Matilde Soto viuda Álvarez enlútese a una destacada descendencia surgida
de su unión con don Mario Álvarez Dugan, el titán de prensa que en su ejercicio
dejó un rastro luminoso en toda una etapa de la comunicación social, incluyendo
haber dirigido el periódico El Nacional, que prestigió y mantuvo, como debe
ser, al servicio de los intereses de la sociedad, y al propio diario HOY donde
honramos su memoria. La redacción lleva su nombre y en ella culminó su
meritoria carrera.
La partida de su
cálida compañera de vida es motivo de desconsuelo para quienes guardamos, en
HOY, gran respeto a su esposo, orgullosos de haber estado bajo sus órdenes,
sabias y constructivas. Vemos en doña Matilde y en sus hijos, de trayectoria
ejemplar: Jaime, Mario y Emil, clara extensión del inolvidable don Cuchito.
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