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23 de junio de 2020

Personal enfermo y asientos vacíos: cómo el regreso de Trump a la campaña fue de mal en peor

Por Kevin Liptak, Kaitlan Collins
(CNN) –– Para el momento en que el presidente Donald Trump iba en su helicóptero hacia la Base de la Fuerza Aérea Andrews este sábado, con destino a lo que alguna vez esperó sería su regreso triunfal y totalmente concurrido a la campaña electoral, las cosas ya estaban mal.
Al revisar la cobertura noticiosa al principio del día, Trump se decepcionó cuando no vio imágenes de las líneas masivas afuera del Centro del Banco de Oklahoma en Tulsa, sino de Geoffrey Berman, el fiscal federal al que el secretario de Justicia de Trump intentó expulsar la noche anterior, según dijo una persona familiarizado con su reacción.
Horas después, el presidente fue informado de que seis empleados de la campaña en Tulsa resultaron positivos a coronavirus antes de su llegada, un recordatorio desafortunado de la pandemia actual que los críticos de Trump dicen que él está ignorando. Después de descartar inicialmente la revelación, una fuente familiarizada con su respuesta indicó que Trump estalló cuando la noticia se informó posteriormente en los medios y desplazó la cobertura del mitin en sí.
Aun así, un determinado Trump tenía la intención de dar nueva vida a su impactante campaña. Se fue a Tulsa, convencido de que grandes grupos de sus seguidores lo estarían esperando allí.
Las cosas no mejoraron una vez que el Air Force One despegó. El presidente recibió un reporte de que solo unas 25 personas se reunieron en el espacio extra que la campaña había reservado afuera para una multitud, la cual Trump afirmó cinco días antes que superaría las 40.000 personas.
Dos horas antes de que comenzara el mitin, quienes se inscribieron para recibir entradas recibieron un mensaje de texto urgente de la campaña de Trump: “¡La Gran Celebración del Regreso Estadounidense ya casi empieza!” se leía en la comunicación. “¡Todavía hay espacio!”.
Cuando Trump aterrizó en Tulsa a las 5:51 p.m. hora local, las multitudes que sus asistentes le habían prometido no se materializaron. El Air Force One voló sobre el lugar del evento, donde a Trump se le había dicho que miles de seguidores lo esperarían para saber de él antes de entrar, pero no hubo nada parecido al mar de personas que él había estado esperando.
Mientras estaba en el aire, la campaña había cancelado su aparición en el exterior dada la aparente falta de entusiasmo.
Aunque alguna vez se consideró dentro de la Casa Blanca y la campaña de Trump como un botón de reinicio para una presidencia rodeada de crisis y heridas autoinfligidas, en realidad el mitin electoral del sábado por la noche en Tulsa estuvo plagado de obstáculos y fue un microcosmos decepcionante de los puntos ciegos, la negación y las ilusiones que han venido a guiar al presidente mientras entra en uno de los momentos más precarios de su primer mandato.
Para el momento en que Trump salió al compás de Lee Greenwood en la noche de este sábado, ante el Centro del Banco de Oklahoma parcialmente lleno, el evento ya había pasado de ser un regreso triunfal a la campaña electoral ––después de una ausencia forzada de 110 días por la pandemia–– a algo completamente diferente. El intento de un nuevo asalto contra el exvicepresidente Joe Biden se apagó y fue reemplazado por quejas recicladas y hostigamiento racial. La escasa multitud fue un recordatorio de que muchos estadounidenses, incluidos los partidarios de Trump, continúan siendo cautelosos ante una pandemia que permanece en lugares como Oklahoma, donde los casos están aumentando, incluso si el presidente está listo para seguir adelante.
Los asistentes esperaban ansiosamente su reacción a una participación menos que estelar, consciente de que él ha amenazado en el pasado con despedir a funcionarios cuando sus mítines terminaron en una decepción.
 “Ustedes son guerreros. Teníamos algunas personas muy malas afuera. Estaban haciendo cosas malas. Pero realmente lo aprecio”, le dijo Trump a su multitud, pareciendo para explicar que los asientos vacíos eran el resultado de “matones” fuera del lugar, a pesar de que los equipos de CNN en el terreno dijeron que no vieron violencia ni personas bloqueando las entradas.
Después de un discurso de casi dos horas, destacado principalmente por su discursividad, Trump dejó Tulsa en la noche de este sábado tras haber pasado unas tres horas en la ciudad. Los seis miembros del personal que dieron positivo por coronavirus permanecieron en sus habitaciones de hotel, en cuarentena.

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