Patricia Acuña
Celso Roldan | AFP |
Perú.- lodo
y piedras así como por el desborde de ríos que, tras haber golpeado la capital,
se ensañaban nuevamente con la zona norte, inundando ciudades y cortando
carreteras.
El sábado,
una turbia y potente riada -la quinta de los últimos días- llegó hasta el mismo
centro de la ciudad de Trujillo, la tercera más importante del país, colmando
sus calles y obligando a la ciudadanía a quitarse los zapatos y a abrazarse
unos con otros para poder atravesar las calles sin ser arrastrados.
Los
“huaicos“, como se conoce en el Perú a las avalanchas que descienden de los
cerros tras fuertes lluvias o desbordes de ríos, volvieron a deslizarse como serpientes
de lodo por las calles de la ciudad, arrasando todo a su paso: viviendas,
pertenencias, personas. También complicó la operación de aeropuerto de la
ciudad.
“Estoy más de cinco días varado en Trujillo.
Tengo a mi familia que vive en una zona de Lima afectada por los huaicos pero
no tengo comunicación. Somos más de 500 personas varadas aquí. No tenemos
probabilidad de viajar. Sólo esperamos, no nos queda otra”, dijo a radio RPP el
pasajero Ernesto Álvarez.
Las lluvias
tampoco cesaban en el norte. En Piura, las calles volvían a anegarse tras el
incesante llanto de “El Niño Costero“, un calentamiento del mar frente a la
costa peruana, que genera alta evaporación y nubes cargadas. Las
precipitaciones generan avalanchas desde las alturas andinas e incrementan el
caudal de los ríos, que se desbordan y destruyen todo a su paso, en busca del
mar.
Las
autoridades mantienen en 72 la cifra de muertos desde enero a la fecha producto
de las inundaciones, según dijo el primer ministro, Fernando Zavala. Se
registran también 72.115 damnificados -es decir, que lo perdieron todo- y
567.551 afectados -que sufrieron daños menores-.
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