Por César
Román, autor de Conflé y mangú.
¿Has notado cómo muchos solemos pasar de la
indignación al relajo ante los problemas sociales?
En mi libro “con un pie aquí y el otro allá,
escribí un capítulo que se titula Realismo Mágico Dominicano; el cual trata
sobre cómo las dictaduras que nos han oprimido, así como otras condiciones
sociales, han producido un ser que celebra su desgracia. El sociólogo español,
Domenec Biosca dice: “El dominicano toma lo serio en broma y la broma en
serio.” Por años he observado con qué facilidad pasamos de la indignación al
relajo como mecanismo de defensa para poder subsistir a los estragos de las
diferentes situaciones adversas que nos oprimen.
Luego de la indignación que produjeron las
declaraciones de una senadora que dice que el sueldo no le alcanza ni para
comprar agua, pasamos con alegría a elaborar todo tipo de bromas sobre la
botellita de agua. Luego de la irritación por las declaraciones de un diputado
casado que tiene una amante, pasamos con algarabía a hacer chistes sobre la
“segunda base”. Luego de que un síndico despilfarra los fondos públicos para
poner una torre de otro país frente a un símbolo patrio en momentos donde los
damnificados sufren por las fuertes lluvias en varios sectores del país,
elaboramos todo tipo de memes alusiones y chistes.
Me encanta el humor y entiendo que esta es
una excelente válvula de escape, pero entiendo también que este tiene sus
momentos. Un terapeuta debe intervenir si el paciente le cuenta una escena de
abuso verbal proveniente de su pareja y luego se ríe, porque hay una
incoherencia emocional. Las situaciones serias deben ser enfrentadas con
circunspección, formalidad, fundamento y, sensatez.
Las conquistas sociales nunca se han logrado
a base de chistes, burlas y bromas. Cuando Rosa Park se negó a ceder el asiento
a un blanco, dio paso al boicot de los autobuses en Montgomery, Alabama y por
su seria acción hoy muchos tenemos derecho a un asiento. Cuando Nelson Mandela
se opuso a la segregación en Sudáfrica o cuando Gandhi decidió enfrentar a las
tropas invasores inglesas no lo hicieron a bases de bromas, sino con acciones
pacíficas, pero bien intencionadas y bien dirigidas. Debido a sus actitudes y
posiciones, hoy ambos países no son colonias inglesas.
Recordemos la valentía de los indígenas ante
la dominación del español, el arrojo de los trinitarios y sus ideas
independentistas y últimamente, las acciones enérgicas de los santiagueros que
se negaron valiente y rotundamente a la aceptación de un bar en el monumento.
Esto no es un llamado a perder el maravilloso sentido del humor que tenemos,
nuestra gran capacidad para la alegría y el disfrute que poseemos por ser
caribeños; es simplemente un llamado a enfrentar con seriedad las afrentas para
poder defender con dignidad lo que nos pertenece y que indignamente nos
arrebatan.
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compártelo. Digamos NO al atropello de cualquier forma y de quien quiera que
venga, y ¡qué viva la República Dominicana!; la cual deberá ser libre y
soberana, como la soñaron los patricios.
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