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18 de enero de 2009

Una novela denuncia la moderna "esclavitud" de los campos de caña

El escritor dominicano Carlos Agramonte quiere abrir los ojos de su país ante la situación de moderna "esclavitud" en la que viven miles de haitianos y dominicanos que trabajan en los campos de caña de azúcar de la nación caribeña, una realidad que describe en su última novela, 'El sacerdote inglés'.
La obra, que se presentó ayer en Santo Domingo, entremezcla el drama ficticio del amor imposible entre una médico haitiana y un dominicano heredero de plantaciones azucareras con el drama real, aunque novelado, que vivió en el país el sacerdote anglo-español Christopher Hartley en su defensa de los desposeídos cortadores de caña.
La novela se suma a la cascada de denuncias que desde hace años ponen sobre el tapete numerosas organizaciones para dar a conocer la cruda realidad de miles de personas -desde niños hasta ancianos- que malviven hacinados en los bateyes (zonas cañeras) del país, donde trabajan en condiciones de miseria.
"La labor pastoral del padre Christopher fue fabulosa, extraordinaria, y la mayoría de la sociedad dominicana lo rechazó, de tal manera que su propia vida estuvo en peligro. Creo que merecía que algún dominicano narrara la historia tal como pasó, casi como desagravio a un hombre que sólo vino a hacer el bien aquí", dijo Agramonte en una entrevista.
El autor dominicano dice de sus compatriotas que nunca han afrontado verdaderamente este problema de explotación extrema ni han resuelto el ancestral choque entre dominicanos y haitianos.
'El sacerdote inglés', según dijo, trata también de "mostrar esa dificultad terrible de no poderse entender que padecen el pueblo dominicano y el haitiano".
"Los dominicanos hemos decidido desde hace siglos vivir de espaldas a esta situación. En la República Dominicana las zonas cañeras son un país diferente. El presidente de la República no manda en esos territorios", explicó, y añadió que a los dominicanos se les ha inculcado que la defensa de esos trabajadores, en particular de los haitianos, "daña" al país caribeño.
"Tienen que venir de fuera a hacer reportajes porque los dominicanos no hemos tenido el valor de decirlo. Al padre Christopher lo pueden acusar (de antidominicano), pero a mi no, nadie es más dominicano que yo", enfatizó.
Agramonte, nacido en San Juan de la Maguana (suroeste), se define como "católico militante", admite que en esta obra se trasluce su "compromiso personal" y asegura que no tiene miedo al rechazo que pueda generar la novela. "Estoy seguro de que hay gente que no me va a querer mucho, pero no me molesta", dijo.
"Sé que tengo la verdad en la mano, he seguido las huellas de este sacerdote (Hartley). No creo que eso sea una cosa mala, me es indiferente el rechazo porque quiero vivir la verdad", apostilló. El padre Chrístopher Hartley (en la novela Christopher O'Conor) fue párroco de San José de los Llanos, (unos 65 kilómetros al este de Santo Domingo) y dedicó buena parte de sus nueve años de labor sacerdotal en ese destino a denunciar la situación de los picadores de caña.
Finalmente se fue de la República Dominicana en 2006 y su marcha, según el autor, obedeció a su conflicto "no sólo con las centrales azucareras (las grandes compañías comercializadoras del azúcar), sino con la propia iglesia católica, que no soportaba a este sacerdote".
Agramonte pretende contribuir a que "los dominicanos puedan encontrarse consigo mismos" por medio de este libro de 536 páginas, que sigue en parte la línea marcada por el documental "El precio del azúcar", una película estrenada el pasado año que también gira en torno a la figura de Hartley.
"En una novela tú recreas una serie de situaciones que un documental no muestra", dijo el autor, quien mencionó detalles "que no se ven en el documental" sobre aspectos como los peligros que corrieron el sacerdote y quienes le apoyaban.

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