Ritmo Social
“Es a través de la sumisión a esta disciplina rigurosa
que realmente te liberas en el escenario para expresarte, para ser un vehículo
de lo que sea que sea la idea de la coreografía y lo que sea que exprese la
música”, así se expresó Silas Farley sobre el ballet.
La primera vez que vio la danza, tenía seis años. Una
academia de Mississippi visitó la Iglesia a la que asistía con sus padres, en
Carolina del Norte. Silas quedó fascinado e impresionado al ver niños bailar y
es que siempre imaginó que los poetas guerreros eran los únicos que podían
bailar ballet y, obvio, las niñas. A raíz de esto, comenzó a plantearse la idea
de que, algún día, se mudaría de ciudad y pertenecería a New York Ballet.
Así fue como, ni más ni menos, con 14 años, quiso
enfrentarse a su sueño, a ese “rigoroso entrenamiento de ballet” que todos le
advertían. Entró como estudiante en la Escuela de Ballet Estadounidense,
afiliada al City Ballet, donde conoció a una mujer que describe como su hada
madrina, que le otorgó una membresía el Met Museum.
Sus días en el Met
Museum
Estar en este lugar fue una oportunidad que disfrutaba
bastante. Exploró todas las galerías y pasillos, ya que el bailarín siempre
tuvo curiosidad, o más bien asombro, al notar cómo el ballet tenía conexión con
otras formas de hacer arte y allí pudo descubrirlo. Entrar al museo le hizo
entender que el Met estaba diseñado para él. Encontraba ritmo en cada uno de
los moldes, el movimiento en las pinceladas, los trazos, la amenidad y las
formas exactas de las pinturas. Esa mezcla de fuerza y sensibilidad es lo que
Silas Farley cultiva en sus bailes.
Después de cursar la secundaria, fue aceptado en Harvard
con una beca completa, pero su pasión y amor por el baile hicieron que
rechazara la oportunidad, eligiendo la danza. Su destreza y devoción por el
arte en el ballet era palpable, no podía ignorarlo. Subir al escenario, para
él, es placentero, por el simple hecho de sentir el peso y la responsabilidad
de ser el bailarín destacado.
Sus mejores
interpretaciones
Sus papeles incluyen la interpretación poética y vívida
del príncipe Iván en Firebird, de George Balanchine, coreógrafo fundador del
City Ballet, junto a Sara Mearns. Una de sus obras más importantes es Songs
from the Spirit, una presentación donde, para ponerla en escena, se preguntaba:
“¿Qué significa la libertad?”. En el podcast Radiotopia Ear Hustle, una idea de
Limor Tomer, gerente general de MetLiveArts, quien encargó el trabajo, la
describió como una mirada matizada a la vida en prisión. La música fue creada
por hombres encarcelados en la Prisión Estatal de San Quentin, California.
La obra Songs from the Spirit fue puesta en escena en la
Redeemer Presbyterian Church West Side, en Manhattan, donde Farley realizó una
danza litúrgica durante el ofertorio de un servicio dominical. El bailarín es
religioso, es por ello que la idea de colaborar con este concepto era
importante: Era un trabajo espiritual, de adoración antes que actuación, de
encontrar gracia.
Hoy, Silas Farley dice adiós a la Academia, una decisión
que consideró antes de la pandemia del coronavirus. Sin embargo, decidió ser un
artista residente de ballet en la División de Danza de la Escuela de Artes
Meadows, en la Universidad Metodista del Sur para la clase 2020-2021. Además,
ha comenzado a asistir a la Escuela de Extensión de Harvard, para estudiar
Administración. Silas asegura que seguirá teniendo conexión con su casa, City
Ballet.
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