La agencia
federal que se supone debe proteger los derechos sindicales, en cambio,
defiende los intereses de los patrones.
Por
Michelle Chen – the nation
En Una
tarde de junio de 2019, frente a una estatua de George Washington en el Federal
Hall del distrito financiero de la ciudad de Nueva York, más de 100
trabajadores de la construcción y activistas se reunieron para una
manifestación de la Primera Enmienda. Entre cánticos de "¡Libertad de
expresión, libertad de expresión!" una rata inflable gris de
aproximadamente 15 pies de altura con deslumbrantes ojos rojos se balanceaba al
sol. Los trabajadores, en su mayoría miembros de Laborers Local 79, no estaban
defendiendo el discurso, exactamente. Más bien, estaban exigiendo su derecho a
exhibir Scabby the Rat, la mascota desplegada en los lugares de trabajo para
avergonzar a los jefes antisindicales.
El desafío
para estos trabajadores provino de un sector aparentemente poco probable: la
Junta Nacional de Relaciones Laborales, una agencia federal responsable de
interpretar y hacer cumplir la ley laboral. El abogado general de la NLRB,
Peter Robb, había lanzado un asalto legal para prohibir a Scabby en un sitio de
construcción no sindicalizado en un supermercado de Staten Island. Argumentando
que su presencia amenazante equivalía a una actividad de protesta ilegal contra
un negocio "neutral" bajo la Ley Nacional de Relaciones Laborales,
Robb, quien fue designado por el presidente Donald Trump en 2017, buscó una
orden judicial federal que efectivamente podría ilegalizar a Scabby en todo el
país.
En los
escalones fuera de la sala donde se ratificó la Declaración de Derechos, Chaz
Rynkiewicz, director de organización del Local 79, tomó el micrófono y denunció
a Robb como “un abogado antisindical que, antes de ser jefe de la NLRB, trabajó
para corporaciones para romper uniones…. Si conoces a algún triunfador por ahí,
avísale, infórmalo. Necesitan saber que no pueden amar [su] unión y amar a Trump”.
Hasta
ahora, Scabby ha sobrevivido a los ataques legales. En julio de 2019, un juez
de un tribunal de distrito federal denegó la solicitud de Robb de una orden
judicial preliminar en el caso de Staten Island. Pero la rata gigante sigue
amenazada: un caso anterior contra Scabby en Filadelfia aún está pendiente ante
la NLRB.
El celo
con el que Robb ha perseguido el preciado tótem de la solidaridad sindical
refleja hasta qué punto ha cambiado la agenda de la NLRB bajo Trump. Un informe
de The Nation and Type Investigations, basado en entrevistas con más de 25
defensores laborales, abogados y miembros actuales y anteriores del personal de
la NLRB, revela que la agencia federal que se supone debe proteger los derechos
sindicales defiende los intereses de la gerencia.
La NLRB
tiene la tarea de administrar las elecciones sindicales y procesar casos de
prácticas laborales injustas bajo la Sección 7 de la Ley Nacional de Relaciones
Laborales, que protege la “actividad concertada”, la acción colectiva que toman
los trabajadores para tratar de mejorar las condiciones en el trabajo. A lo
largo de los años, los fallos de la NLRB han tendido a oscilar entre decisiones
a favor de los trabajadores y las decisiones a favor de la gestión, según el
partido que ocupe la Casa Blanca.
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