Por Yanet Féliz
SANTO DOMINGO.- Madres de niños regulados o especiales como
se les conoce afrontan serias dificultades para el manejo de la educación
virtual de estos, ante la falta de programas específicos para lidiar con su
enseñanza y las terapias físicas.
Entre estos casos figuran mamás de infantes
hiperactivos, con síndrome de down, autistas u otras condiciones, que de por
si, en tiempos normales a la situación de aislamiento por el COVID-19 demandan
de ayudas.
El común denominador de esas mujeres
‘heroínas” es que tienen que quedarse por completo en teletrabajo, terminando
agotadas por no tener el descanso que en tiempo atrás le brindaba la escuela
presencial.
A parte de ese
dilema, cargan con el fardo del doble gasto de colegios y las terapias de 2 o 3
veces por semana con un costo superior a los mil pesos por día, que en estos
momentos también son limitadas.
Los niños regulados necesitan atenciones
adicionales debido a deficiencias médicas, emocionales o de aprendizaje, como
también demandan terapia o ayuda adicional en las escuelas y colegio de
profesionales especializados.
Testimonios
“Mi niño tiene ocho años, con la condición de
autismo y lo tenemos en un colegio, pero ahora es que ellos están implementando
la virtualidad, y como que están improvisando, no tienen un patrón a seguir
porque esto nunca se había hecho, creo que los demás están en la misma
situación”, revelo Elizabeth Soto, madre preocupada porque en el país no hay
los programas que necesitan esos chicos.
Su niño cursa el tercer grado, y aún no sabe
leer. Aunque entiende que se están creando aulas para la inclusión, las
exigencias y particularidad de cada uno es distinta. Igual, no pueden llevar
los niños a las terapias regulares.
El
contacto
Tras reconocer la deficiencia que tienen los
autistas, la defensa baja y que en termino de salud le conviene el aislamiento,
Albania Núñez pone de relieve la necesidad que por igual sienten estos del
contacto físico con el profesor o el terapeuta.
“Como tienen deficiencia con relación a la
vista, sus clases deben ser presencial, ver los objetos para reaccionar,
desvían las miradas y estar en una pantalla les he difícil responder a un
estímulo”, comenta Núñez, con único hijo autista, de diez años.
Marulis Reyes Guzmán, tiene cinco niños, tres
de estos residentes en Estados Unidos y dos pequeños a cargos aquí, de los
cuales Alonso de cinco años, es hiperactivo, y asegura que desde que inicio la
pandemia ha llevado una situación muy cuesta arriba.
“Imagínese, estos niños no duermen, desde las
cinco de la mañana despierta y se la pasa moviéndose, antes cuando iba a la
escuela llegaba agotado y se rendia. Yo con mil cosas que hacer no es fácil”,
comenta Marulis, quien asegura que su
gran deseo seria tener la experiencia docente especializada para manejar el
caso y su teletrabajo.
Afirma que sentarse a ver un programa y
tratar de centrarlo es una odisea. Decidió también inscribirlo en una escuela pública
porque pagaba mucho dinero sin resultados; durante la pandemia no lo lleva con
frecuencia a la terapia.
Para Kiusa Cos, el problema de su niña con 9 años
es la falta de preparación de los centros en cuanto a la plataforma virtual, lo
que al inicio de la pandemia les hizo perder muchas horas de clases.
“Entiendo
que ese modelo educativo no lleno la expectativas”, significó Cos tras
especificar que los alumnos especiales no se concentran y se veía obligada a
asumir el rol de maestra.
Al igual que ellas, otras madres que
prefirieron no identificarse, que tienen hijos con Síndrome de Down, carentes
de recursos, externaron su preocupación por la falta de acompañamiento de
expertos que les oriente en cuanto al nuevo sistema.
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