Josefina Almánzar - La Información
“No creo que yo
esté aquí demás. Aquí hace falta una
mujer, y esa mujer soy yo.” (Fragmento de “Estación en la tierra” Aída
Cartagena Portalatín 1918-1994)
Josefina Almánzar |
En este mes de marzo donde conmemoramos el Día
Internacional de la Mujer, seguimos dedicándole este espacio a mujeres
sobresalientes de nuestra historia política, jurídica, social y quiero
continuar esta serie compartiendo con ustedes este artículo de una de las
mujeres que más he admirado en la historia contemporánea de la República
Dominicana: Minerva Mirabal. Este artículo lo escribí en el 2013 y hoy vuelvo a
compartirlo con ustedes.
“Un 12 de marzo
del 1926, nació en Ojo de Agua, Salcedo, una niña que con el tiempo se iba a
convertir en una de las mujeres más grandiosas de la historia dominicana. Una
mujer admirable, sorprendente, luchadora, las palabras son pocas para
definirla. Esa mujer de la que hablo es Minerva Mirabal, una de mis heroínas favoritas
dentro de la historia de nuestra nación.
Cada vez que me encuentro con ella en los libros de
textos, en las cartas que ella y Manolo se escribían, en sus recuerdos, cuando
visito el Museo de las Hermanas Mirabal en su tierra natal o cuando hablaba con
su hermana Dedé, más admiro a esta grandiosa mujer. A veces me pregunto, cómo ella tuvo el valor
de darlo todo, su tiempo terrenal, su hija e hijo, su familia, su vida por los
ideales, por el sueño de vernos vivir en un Estado de democracia real.
Esta extraordinaria mujer tuvo una entrega absoluta con
su pueblo, con su presente, apostando a un mejor futuro. Prefirió morir antes
de ser una esclava de las ideas y de los sistemas impositivos de otros.
Prefirió volar como la mariposa de la eternidad antes de convertirse en un ser
humano sumiso e indiferente ante el sufrimiento de su gente.
Desde siempre Minerva se caracterizó por ser una mujer
diferente, una mujer de otra dimensión, muy evolucionada para su época. Sintió
que había venido a cumplir una misión y la asumió con responsabilidad y
valentía. Quizás eso nos falta a nosotros, asumir nuestras misiones, cumplir
nuestros roles en el diario vivir con valentía y responsabilidad. Por eso, Minerva trascendió en el tiempo y en
el espacio porque cuando vino a formar parte de la escuela de la vida se sentó
en primera fila y decidió graduarse de ser humana.
Nació en marzo como la primavera que tanto admiró y
valoró a través del cuidado de su jardín de rosas, el cual hubiese disfrutado
junto a sus hijos y nietos, danzando y recitando cada tarde sus poemas
favoritos, si su vida no hubiese sido arrebatada ese horrendo día de noviembre
por las manos del sátrapa Rafael Leónidas Trujillo Molina.
Nació en marzo, mes elegido muchos años después para
conmemorar el Día Internacional de la Mujer. Día de conmemoraciones de tantas
luchas por el reconocimiento de la igualdad, libertad y equidad de las mujeres.
Luchas que ella promovió y por la cual también luchó y murió.
Por nosotros, por nuestra nación, ella renunció a su vida
normal y simple. Decidió volar convertida en Mariposa y observarnos como lo que
hoy somos. No se sí le dará alegría o pena la contemplación del paisaje en que
nos hemos convertido, sólo sé que cada 12 de marzo encenderé una luz en su
nombre, regaré pétalos de rosas por doquier para que su luz y su perfume nos
acompañe siempre. Haré una oración para que su espíritu sirva de guía y de luz
en nuestros caminos. Para que su espíritu de mujer inteligente nos ayude a
tomar las decisiones que este pueblo necesita y las luchas de las mujeres no
sean en vano. Para que el Estado democrático deje de ser una ficción política y
se convierta en una realidad con igualdad, libertad y equidad para todos y para
todas. Todavía estamos a tiempo”.
La autora es abogada y docente universitaria.
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