18 de marzo de 2019

Iván García Guerra: Yo… y mi trabajo


Por Enrique Alberto Cabrera Vásquez
Iván García Guerra, palabras de gratitud: Gracias, mi pueblo amado, por permitirme presentarme ante ustedes, luego de tantos años en exilio.
El prestigioso y afamado intelectual dominicano, nacido en San Pedro de Macorís, Iván García Guerra, tuvo a bien escribir el ensayo personal que a continuación reproducimos. Fue su conferencia que leyó el viernes último, 15 de marzo, en el salón principal de eventos y actividades del centro de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD) de San Pedro de Macorís.
He aquí la rica pieza literaria, cultural e histórica, que el autor tituló, "Yo… y mi trabajo".
Yo… y mi trabajo
Nací, hace ya 81 años, el 26 de Febrero del 1938, en San Pedro de Macorís, República Dominicana, segundo hijo de Toribio Lorenzo García García, montecristeño, doctor en medicina, y Estela Guerra Martínez, macorisana del Éste, simplemente ama de casa.   Fui bautizado como Néstor Toribio Iván; pero, para mi suerte, sólo el último nombre sigue sino reconocido.
Nos trasladamos a la Ciudad de Santo Domingo en el 1944, año en que era  conmemorado el primer centenario de la fundación de nuestra República, y aquí he vivido la mayor parte de mi vida.
Mi infancia, adolescencia e inicio de la juventud transcurrieron sin grandes incidencias, de manera similar a cualquier otro individuo de la mediana clase media; sin lujos y sin notables carencias. Estudié primero en una escuelita frente a mi casa de la calle19 de marzo, de la cual no recuerdo ni siquiera el nombre; ésta fue absorbida por la escuela Salomé Ureña, antes de que se convirtiera en un Liceo Para Señoritas.  De ahí pasé al primer Colegio de la Salle en la calle Padre Billini frente a la Iglesia y Convento de los Dominicos; institución que luego sería mudada, con todo y alumnos, incluido yo, a su actual localización en la prolongación de la Avenida Bolívar.  De ahí pasé al Colegio Santo Tomás, también localizado en la Zona Colonial, frente a la iglesia Regina Angelorum.  Y acabaría el bachillerato en el Liceo Presidente Trujillo, hoy Juan Pablo Duarte.
¿Por qué tantos saltos?...   No estoy seguro; pero me supongo que fue porque no era un buen estudiante, y mis progenitores buscaban un lugar que me acomodara.
En mis primeros años deseé ser como San Francisco de Asís, desprendido de materialidades, amoroso con humanos y animales, y etcétera… pero no muy después me incliné por la hermosa tendencia dentro de la cual, sin duda, había nacido: el Arte.
La plástica llegó primero, y el muchachito fue inscrito en la Escuela de Bellas Artes, al lado de la Iglesia de las Mercedes; allí se amistó con el carboncillo, la acuarela, el pastel y hasta el óleo.   Pero apareció el sonido melódico, y el adolescente se mudó a la Escuela Elemental de Música, frente a la Capilla de los Remedios, enredándose entonces con redondas, blancas, negras, corcheas, semicorcheas, fusas y semifusas.
Sólo entonces apareció la palabra dicha… desde un escenario.

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