¿Planificación para Qué?

Por  Juan Elvin Figueroa Guzmán

Los ciudadanos saben y piden a gritos que algo debe cambiar, no están contentos ni con las instituciones del Estado ni con las organizaciones políticas y sus líderes. Y ejemplos de ello tenemos muchos para elegir en estos días.

Exigen participar de la toma de decisión sobre los asuntos públicos y ejercer plenamente sus derechos.

Exigen la definición de los asuntos públicos sea lo más transparente y eficiente que se posible; que exista orden y un rumbo definidos, para poder desarrollar sus capacidades individuales y la de las organizaciones; para reconocer las razones de interés público y asumirlas como suyas. De ahí portales, redes, comités de veeduría, juntas de vecinos y sin números de organizaciones y mecanismo para instrumentalizar su participación y canalizar sus inquietudes y deseos de sentirse parte de las decisiones.

Exigen, además, buenos gestores, que alcancen los resultados esperados y que comuniquen sus acciones o las transparenten, de ahí que no es de extrañar, diferentes reacciones a las declaraciones de nuestros líderes sobre la cantidad de funcionarios que no presentaron o incumplieron sus plazos para presentar declaraciones juradas de patrimonio.

Para lograr "un buen gobierno" no basta con una buena gestión financiera. Hay que cambiar la manera como se piensan y organizan las instituciones públicas, hay que definir claramente su misión y objetivos, dentro de la política que les corresponde; y asignar mejor los recursos (y aquí todos sabemos que cada vez son más escasos, 3.42% dicen algunos, en vez de 10% que es lo que corresponde, para que obtengan los resultados esperados, para qué dicen otros, para hacer qué y cómo o en qué.

Los resultados de la gestión pública dependen de la eficacia con que las instituciones del Estado encaren las misiones y objetivos que les han sido encomendados. Los ayuntamientos y juntas de distritos y las federaciones y asociaciones que les agrupan, no pueden estar ajenos a cómo encarar dichos objetivos.