Cuba perpetúa el mito de Fidel Castro
El sepelio de las cenizas
del líder revolucionario se realiza a puerta cerrada y sin imágenes en directo.
El emplazamiento de su mausoleo cerca del héroe nacional José Martí desata
controversia
PABLO DE LLANO
Corresponsal en Miami - El País
Un hombre con un retrato de Martí y Castro en Santiago de Cuba. E. GARRIDO REUTERS / ATLAS |
Santiago de Cuba .- A puerta cerrada y sin imágenes en directo, la urna
con las cenizas de Fidel Castro ha sido
depositada este domingo 4 de diciembre en el mausoleo que, en previsión de su
muerte, fue construido con sigilo de secreto de Estado en Santiago de Cuba, la
capital del Oriente cubano, la región donde nació Castro, desde la que lanzó a
sus barbudos contra Batista y cuyo cementerio de Santa Ifigenia es el
camposanto del nacionalismo cubano.
Allí reposa José Martí (1853-1895),
héroe nacional de la Independencia del que Castro se vio como un émulo natural,
como un continuador tocado por el sino de la Historia para completar la guerra
épica por la soberanía de la isla.
Se especula que el mausoleo de Castro ha sido levantado
muy cerca del de Martí. El sepelio empezó a las siete de la mañana en el
calurosísimo Santiago y se prevé que al menos hasta después de la ceremonia no
habrá acceso para público y prensa, sino hasta mañana. De momento se desconoce
quiénes han asistido al entierro, aparte de los familiares de Castro.
Anoche tuvo lugar en Santiago el último acto masivo de
homenaje. En su discurso final, el presidente Raúl Castro dijo: "Juramos
defender la patria y el socialismo". Con uniforme militar, el hermano
menor de Fidel glosó su legado tocando un rango amplio de temas, desde la
guerrilla de los primeros tiempos hasta la expansión de la sanidad y la
educación pasando por la asistencia a las luchas de descolonización en África o
los "dramáticos años" del Periodo Especial.
"Sí
se puede", repitió Castro según recorría los méritos que atribuyó al
Comandante en Jefe, un latiguillo que recordaba al lema de Barack Obama, el
presidente con el que impulsó lo que Fidel jamás estuvo dispuesto a negociar,
una pragmática restauración de relaciones con Estados Unidos.
A sus 85
años, el general, que definió a Fidel como "el más preclaro hijo de Cuba
en este siglo", terminó recio retomando palabras del insurgente Antonio
Maceo: "Quien intente apropiarse de Cuba recogerá el polvo de su suelo
anegado de sangre, si no perece en la lucha. ¡Fidel! ¡Fidel! ¡Fidel! ¡Hasta la
victoria siempre!".
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