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7 de agosto de 2015

La franja de Gascue

RAFAEL PERALTA ROMERO
El 24 junio de  2014,  Estados Unidos de América  trasladó su embajada en Santo Domingo a una nueva sede,  en la avenida República de Colombia, en el sector Altos de Arroyo Hondo,  construida a un costo de 193 millones de dólares.  Se trata de un  holgado complejo de edificios  donde se reúnen todas  las agencias  estadounidenses.
La legación funcionó hasta entonces en una edificación situada en  la intersección de las calles César Nicolás Penson  y Leopoldo Navarro, en el emblemático sector de Gascue. Durante más de una década, tuvo como vecino más cercano  al dictador Rafael L. Trujillo,  hasta el día en que unos plomos certeros  lo enviaron al infierno.
Todo iba bien. Pero a los gringos se les metió un  trastorno delirante, expresado en  un reforzamiento  de las áreas circundantes de sus oficinas. La calle Leopoldo Navarro  fue tomada  desde la esquina Pedro Henríquez Ureña  casi hasta la avenida Bolívar. Algunos 500 metros.  Las aceras y la mitad de la vía fueron ocupadas por la embajada estadounidense.
No  creo que alguien protestara. Ni la entonces combativa Federación de Estudiantes Dominicanos. Ni la izquierda política.  No sé si alguna autoridad lo autorizó, pero el entreguismo fue obvio. Ahora los gringos se han mudado, muy lejos ahí, pero mantienen ocupada la  extensa franja   de la calle Leopoldo Navarro, con muros en el medio. Tampoco nadie reclama, nadie rezonga.  
Un poco al oeste, en la César Nicolás Penson con avenida  Máximo Gómez, funcionó el consulado de  EE UU, aquí no tomaron  la calle, pero sí las aceras, con gruesos pilotes y falsas jardineras defensoras.  Trasladado  el consulado a su nueva sede, el edificio tiene un  “se vende”, pero nadie quita los obstáculos  que  colocara  la paranoia, ni los gringos ni autoridad alguna.
Siento  tanta bulla de grupos nacionalistas que enarbolan la bandera dominicana, que desfilan con pancartas, que vociferan en pro de nuestra soberanía, que llaman blandengue y traidor al Presidente Danilo Medina por su política migratoria, frente a los haitianos. Pero no les queda tiempo para reclamar  la devolución de los territorios ocupados.
La  ocupación  no amerita una guerra. Ni siquiera  la quema de una bandera  de barras y estrellas. Nadie irá a la ONU para exigir la desocupación de la  franja de Gascue,  como se ha solicitado la salida de Israel de la franja de Gaza,   un estrecho territorio, lindante con Israel y Egipto y que  junto con Cisjordania forma el Estado de Palestina.

Antes de que la embajada de EE UU venda sus antiguas instalaciones debe  liberar los territorios  ocupados, no sea que los adquirientes  vayan, por error,   a tomarlos como suyos.  Si algún movimiento nacionalista organiza una manifestación   por este objetivo, puede contar conmigo. Hay que redimir la franja de Gascue. 

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