1 de junio de 2015

Venezuela entre la escasez y la falta de información

EDUARD FREISLER
Especial/el Nuevo Herald
CARACAS.- La noticia corrió por el Municipio Sucre como un reguero de pólvora. La gente empezó a salir y a dirigirse a un supermercado vecino donde pueden conseguir algo muy preciado en estos tiempos: papel higiénico. En realidad, tres rollos de papel higiénico son el máximo porque el gobierno del presidente Nicolás Maduro ha impuesto un límite estricto a los compradores.
Entre las personas que se apresuran al mercado está Rogelio Altez, profesor de antropología e historia de la Universidad Central de Venezuela. “Hoy es mi turno porque mi número de identificación termina en el número cuatro”, dijo.
Para prevenir escenas de multitudes desesperadas invadiendo los supermercados, el gobierno dividió a los compradores en categorías en base a sus números de identificación. El profesor Altez cae en el grupo de ciudadanos a quienes les toca el miércoles.
Este intento del gobierno de hacer una distribución organizada de artículos de primera necesidad extremadamente escasos tales como leche, jabón, pasta dental y papel higiénico no siempre funciona bien en muchos lugares de Caracas. La frustración de las personas que malgastan horas y horas de sus vidas en líneas interminables estalla a veces en refriegas y un resentimiento expresado abiertamente en público.
Al menos, así ocurre en el distrito Chacao. “Por supuesto, la cosa se puede poner mucho peor. Todavía no nos estamos muriendo de hambre, pero este gobierno y su política económica fracasada nos están convirtiendo en cabezas de ganado”, afirma Amelia Suárez frente a un supermercado mientras espera horas de pie bajo un sol abrasador. Su niña de dos años dormita en su hombro. Diminutas arrugas aparecen profundamente grabadas en la frente de la bebé, mientras ella trata de encontrar alivio en su siesta.
Esta multitud de aproximadamente doscientas personas ha pasado un mal rato esta tarde. El calor opresivo da paso de pronto a un chaparrón tropical. Algunos se dan por vencidos y se van, mientras que otros abren sus sombrillas. Amelia persevera. “Mi bebé necesita leche y yo voy a hacer lo que tenga que hacer para conseguírsela”, dice ella resueltamente.

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