Denis Mota Álvarez
Aun un muchacho rebosante de
juventud, apasionado de los libros, de la poesía, la novela, la crónica
histórica y del diario vivir cultural de la República Dominicana y del mundo,
MACHO CEDEÑO acaba –recién el pasado sábado 13– de cumplir 80 años, como quien
cumple 20 años, que según la canción de Carlos Gardel no son nada.
Desde mi época de estudiante, en el
Liceo Gerardo Jansen, de Higüey, admiro a MACHO, que profesionalmente se llama
ANTONIO CEDEÑO CEDANO, primero porque su hermana CARMEN fue profesora en San
Rafael del Yuma hasta el tercer día después del ajusticiamiento del tirano
RAFAEL LEONIDAS TRUJILLO MOLINA, que se la llevaron los esbirros del Servicio
Nacional de Inteligencia (SIN) amarrada, por ser hermana de Pedro Livio Cedeño.
Jamás CARMEN CEDEÑO volvió ocupar
su aula en la Escuela Dionisio Arturo Troncoso.
Admiro a MACHO porque es hermano
de Pedro Libio, quien participó valientemente en el ajusticiamiento de CHAPITA
y de ARÉVALO, quien murió al frente de una máquina de escribir en la Cámara de
Diputados Constitucionalista, en plena Guerra de Abril. Ambos jugaron papeles
históricos, Pedro Livio, en la Era de Trujillo, y Arévalo el periodo pos
trujillista.
Sin embargo, lo que más admiro en
MACHO es esa capacidad de ser maestro a tiempo completo, por encima de su
condición de abogado de larga y exitosa data; admiro ese deseo de compartir y
transmitir su sabiduría, en el terreno simple de la amistad sin edades,
condiciones sociales ni mucho menos económicas.
Admiro sus escritos poéticos,
novelísticos e históricos. Admiro sus preocupaciones históricas y amistad por
el municipio y la gente de Yuma.
Por razones de salud no pude
acompañarlo físicamente; sin embargo, estuve espiritualmente con él, familiares
y amigos celebrando sus 20 años.
Te prometo, amigo del corazón,
que estaré presente en la próxima celebración de tus nuevos 80 años, es decir,
en tu 160 aniversario.
¡Salud!
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