Manifestación contra Odebrecht en ciudad de Panamá, el 25 de enero de 2017. Fuente: Reuters. |
La empresa de obras públicas brasileña, en el
corazón de escándalo Petrobras, ha operado en 30 países. La operación “Lava
Jato”, pone al descubierto una trama de coimas en Latinoamérica y África con
responsables gubernamentales de primer nivel.
No conoce fronteras ni colores políticos: los
tentáculos de la empresa Odebrech se enroscaron en las cimas del poder en
distintos países de África y América Latina, según puede verse a partir de las
revelaciones de la operación Lava Jato, que puso al descubierto el sistema de
coimas del gigante de obras públicas de Brasil.
Las informaciones vienen de 77 responsables
de la firma, que como Marcelo Odebrecht, heredero de la multinacional, ha
empezado a hablar para ver reducidos sus 19 años de cárcel que desde junio de 2015
purga en una celda de 12 metros cuadrados.
“En
Brasil, Odebrech formaba parte de un cártel constituido por otros grupos de
obras públicas que se repartían jugosas licitaciones de Petrobras. Los
mercados, sobrefacturados, ofrecían generosas contrapartidas a los ejecutivos
del grupo petrolero de manera confidencial, coimeando de paso, a políticos de
todo tipo”, recuerda el vespertino francés Le Monde, que publica un informe
sobre las ramificaciones de la corrupción del grupo.
El diario explica que Odebrecht exportó este
modus operandi fuera de las fronteras brasileñas. La multinacional ha estado
detrás de 2.000 obras en 30 países, entre ellos gran parte de naciones
latinoamericanas.
En Argentina, por ejemplo empleados de
Odebrech reconocen haber dado 35 millones de dólares a funcionarios de Cristina
Kirchner entre 2007 y 2014, según admitieron a las autoridades estadounidenses.
Entretanto, ocho contratos por 278 millones en obras públicas obtenidos por la
empresa durante el mandato de Cristina Kirchner están bajo la mira de la
justica de Buenos Aires. Sin embargo, el escándalo también salpica a Gustavo
Arribas, director de los servicios de inteligencia del gobierno de Mauricio
Macri.
En México, las sospechas se ciernes sobre el
entorno del presidente Enrique Peña Nieto, en especial alrededor de Emilio
Lozoya, ex director de la empresa pública Petróleos Mexicanos (Pemex). Altos
funcionarios mexicanos habrían cobrado coimas entre 2010 y 2014 por más de diez
millones de dólares.
Los países más afectados son aquellos que
recibieron más fondos del BNDES (al Banco Nacional de Desarrollo de Brasil): en
Venezuela (3.100 millones de dólares) están comprometidos seis grandes
proyectos, entre ellos la ampliación del metro de Caracas. Venezuela fue el
país, luego de Brasil, en el que más sobornos se pagaron: unos 98 millones de
dólares. El diputado opositor Julio Montoya, que llevó a cabo su propia
investigación, estima que las malversaciones alcancen los mil millones de
dólares.
Mientras, en Perú la Fiscalía de Perú pidió
el martes la detención preventiva del expresidente Alejandro Toledo (2001-2006)
a quien acusa de recibir 20 millones de dólares para favorecer con una obra a
la brasileña Odebrecht, solicitud que evaluará un tribunal.
En Colombia, la Fiscalía indicó este martes
que indaga si dinero de Odebrecht fue destinado a la campaña para la reelección
del presidente Juan Manuel Santos en 2014, lo cual el gobierno rechazó
tajantemente.
En República Dominicana, que recibió 2.500
millones de dólares del BNDES, están en juego obras de infraestructura vial y
la construcción de una usina termoeléctrica.
Cuba no es una excepción. Allí Odebrecht ganó
en 2009 sin licitación de la ambiciosa ampliación del puerto de Mariel, a 40
kilómetros de La Habana para servir de plataforma entre la región Pacífico y
los Estados Unidos. La BNDES financió el proyecto por 682 millones de dólares.
Sin embargo, la opacidad es importante en este caso, dado que la ex presidenta
Dilma Rousseff clasificó como “secreto” todos los documentos del BNDES ligados
a Cuba y Angola.
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