ERINIA PERALTA
Recientemente tuve la oportunidad de participar activamente de un
movimiento dentro del Partido de la Liberación Dominicana que buscaba llevar a
Domingo Contreras como candidato a alcalde
del Distrito Nacional. Estuvimos desde el principio como parte de una hermosa
campaña que se caracterizó por varios aspectos: primero fue una campaña que se
fue construyendo a sí misma como una red de voluntarios, pues cada persona llevaba diez y éstos a su vez se
iban multiplicando y llegó a tener cerca de 60,000 inscritos. Segundo fue una
campaña muy digital. Y tercero el
programa de ciudad presentado por Domingo fue construido por la gente en
encuentros en los diferentes sectores del Distrito Nacional.
En esa red se destacó un joven que inició en la plataforma de voluntarios:
Jeffry, es residente de los Peralejos, un sector que aunque usted no lo crea
pertenece al DN y que viene siendo la periferia del mismo, donde, como suele pasar, todo llega de ultimo
empezando por las obras y ayudas del Ayuntamiento.
La mañana que Domingo anunció que el PLD le había quitado la oportunidad de competir,
Jeffry, cuyo voto por Domingo seria su
primer voto, rompió en llanto.
Uno se va acostumbrando a estas cosas, pero el que vive la política por
primera vez, la ve con una pasión inusual. Ese día me lamenté profundamente que
el primer proceso en el que Jeffry habría participado, la primera vez que creyó
y se involucró, la primera vez que una propuesta le hizo darse cuenta de que su
comunidad merecía más y con ello amó y se preocupó más por su entorno
movilizándose por el mismo, terminara de esa forma.
Y me sentí mal porque precisamente lo que hace falta en nuestro sistema
político es esa pasión por los cambios, esa inocencia y deseo genuino de ser
parte, eso que sólo lo dan los procesos de renovación internos y externos en
los partidos. Sentí un poco de vergüenza con Jeffry y hasta cierto deseo de
explicarle que no siempre sería así. Me interesaba encontrar las palabras que
evitaran que perdiera la fe en el sistema, en las cosas. Deseaba tanto que no
cayera en el conformismo que se encierra en “esto siempre ha sido así” o “eso
está decidido” quería que se mantuviera esa chispa de esperanza en él y espero
se mantenga.
Quizás como dice Silvio Rodríguez: “El
problema no es / que el tiempo sentencie extravío/
cuando hay juventudes soñando desvíos”
cuando hay juventudes soñando desvíos”
Ojalá
esos desvíos que sueñan jóvenes como Jeffry puedan materializarse sin que sea
tarde y que al materializarse nos lleven a ese “nuevo camino” que alguna vez
iniciamos. Ojalá Jeffry lo vea y sea parte.
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