RAFAEL PERALTA ROMERO
La primera mitad del siglo veinte, en la República
Dominicana, fue generosa
en lo que respecta a la aparición de movimientos dirigidos a reorientar
la composición del verso. A Otilio Vigil Díaz, creador del vedrinismo,
se le atribuye el inicio del vanguardismo en América, aunque sus
acrobacias poéticas sólo tuvieron como adepto a Zacarías Espinal.
Vigil Díaz publicó en noviembre de 1917 (revista La Primada de América
No. 2) su poema Arabesco, el cual, según afirman Manuel Rueda y
Lupo Hernández Rueda “constituye la primera manifestación del verso
libre en la República Dominicana” (Antología panorámica de la poesía
dominicana contemporánea, 1912-1962, pág. 415).
Los cambios en la factura del verso se acentúan
considerablemente con el
postumismo, revuelta poética emprendida en 1921 por Rafael Augusto
Zorrilla, Andrés Avelino y Domingo Moreno Jiménez. El postumismo
fue de corta duración, pero hay que señalar que dejó un manifiesto
y un poeta de gran personalidad en Moreno Jiménez.
Detrás del postumismo surge en La Vega otro levantamiento
poético, sustentado
por el grupo Los Nuevos. Éstos superan en número a los postumitas
y se destaca en ellos una declaración de principios contenida
en un decálogo, cuyo primer mandamiento reza: “Hay mucho de nuevo
bajo el sol. Encuéntralo”.
De este movimiento cuajó como poeta Rubén Suro y su hermano
Darío se destacó
como pintor. Bajo pleno trujillato, en 1943, aparece otro movimiento
en interés de innovar la forma de componer poesía. En torno a
la revista Poesía Sorprendida se congrega un grupo de poetas que a la
postre ocuparían los lugares de mayor notoriedad en la poesía
dominicana.
Baste con mencionar a Franklin Mieses Burgos, Aída Cartagena Portalatín,
Freddy Gatón Arce, Manuel Rueda, Manuel Valerio, Mariano Lebrón
Saviñón y Antonio Fernández Spencer. Propugnaron por una poesía nacional
nutrida en la universal y sin duda significaron un gran acontecimiento
para nuestro quehacer poético.
El grupo de jóvenes que iniciaron la publicación de
versos en 1948 y que
conocemos como Generación del 48, representa otro intento de renovación
de las formas en nuestra poesía. No tuvieron una publicación
periódica para divulgar sus creaciones ni tampoco lanzaron
un manifiesto, sin embargo crearon una colección - El silbo vulnerado-
para publicar sus obras, en cuyas solapas incluían sus puntos de
vista sobre el arte de escribir versos.
Entrada la segunda mitad del siglo veinte, los poetas
continuaron su obra,
al margen de movimientos literarios y de los manifiestos que
habían suscrito. En la última década apareció e Movimiento Interiorista,
cuya filosofía estética será tratada ampliamente en el próximo
artículo.
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