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19 de julio de 2019

MARIO CONDE: "CON TODA LA HUMILDAD, SI HUBIESE INTENTADO SER PRESIDENTE DEL GOBIERNO LO HUBIESE CONSEGUIDO"


Hablamos de política y de su relación con la Casa Real con Mario Conde, protagonista del número de agosto de Vanity Fair junto a su hija Alejandra. La entrevista completa, este viernes en los quioscos.
POR EDUARDO VERBO - Vanity Fair
Mario Conde y su hija Alejandra posan para Vanity Fair
España. GONZALO MACHADO.
Madrid. Principios de los noventa. Casa del diplomático Santiago Muguiro. Entre los invitados, Don Juan, su secretaria Rocío Ussía y el matrimonio formado por Mario Conde y Lourdes Arroyo. El padre del rey Juan Carlos, tras pedir un whisky escocés, suelta: "Estuve hablando con el Rey y me dijo: 'Tu amigo Mario va a dedicarse a la política'. Quiero que sepas que fue su expresión literal". El entonces presidente de Banesto, con cara de sorpresa, le contestó: "Señor, me honra la expresión "amigo", pero ¿de dónde saca el Rey esa información". Don Juan contestó: "Me dijo que el propio Felipe González, despachando con él en Zarzuela, fue quien se lo dijo, pero no como especulación, sino como certeza".
El ascenso empresarial de Mario Conde, protagonista junto a su hija Alejandra de la portada de la edición de agosto de Vanity Fair, se desarrolló en paralelo a su meteórica trayectoria en la sociedad. Aficionado a la vela, conoció a don Juan Carlos, pero conectó especialmente con su padre, don Juan, quien llegó a decir de él que le quería como a un hijo. Pero la ambición del banquero de pelo engominado y traje perfecto no era bien vista por todos. Algunos le miraban con suspicacia y tildaron de desmedidos sus deseos de triunfar. Creían, como el propio Felipe González, que la ambición solo sería saciada con la presidencia del Gobierno. Conde siempre negó su interés por llegar a La Moncloa. "Señor, yo no sé muy bien qué les ocurre pero da la sensación de que estos socialistas se obsesionan con mi paso a la política. Algo de eso me contaba Rafael Anson, el hermano de Luis María, asegurándome que en el campo político es lo único que les preocupa porque sobre Aznar sienten un desprecio olímpico. En fin, ellos sabrán porque en mis cálculos no entra la política", le contestó Mario a Don Juan en la citada cena en casa de Santiago Muguiro, tal y como el propio ex presidente de Banesto relata en su libro Memorias de un preso (Ed. Martínez Roca).
Ahora, 30 años después, nos encontramos en la casa de Mario Conde en la calle Triana de Madrid repasando su vida, sus luces y sus sombras. Sentados en uno de los sillones de su residencia, le pregunto.
– Entonces, ¿le hubiera gustado ser presidente del Gobierno?
– No. Y con toda la humildad del mundo, si lo hubiese intentado, lo hubiese conseguido. Me parecía más importante estar en el banco haciendo lo que hacía por la sociedad civil.
Don Juan terminó el encuentro con un consejo que impresionó a Mario. "No creo que fuera bueno para ti dedicarte a la política. Sobre todo porque es un mundo menor, de valores menores, pequeños, mezquinos. Claro, que tienes que tomar en consideración la situación en la que se encuentra España. Por el momento lo mejor es que sigas quieto. Podría ocurrir, sin embargo, que si todo sigue deteriorándose, no quede más remedio que dar el paso, porque si hace falta que alguien levante en España una bandera se necesita la persona y, hoy por hoy, esa persona solo eres tú". En 1999, cinco años después de la muerte del conde de Barcelona, Conde levantó la bandera. Ese año, cuando ya había sido condenado por el Supremo por el caso Argentia Trust y estaba pendiente de la sentencia del caso Banesto, se afilió al Centro Democrático y Social (CDS), partido fundado por Adolfo Suárez, y se convirtió en cabeza de lista a las elecciones generales del año 2000. No consiguió representación ( 23.576 votos y un 0,1%) y dimitió de sus cargos esa misma noche.

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