8 de julio de 2019

“Narradores que esconden un poeta dentro”, por Xavi Ayén y Magí Camps (La Vanguardia, 23-06-2019)


Pedro Casas Serra - Administrador-Moderador
¿Por qué algunas de las más destacadas propuestas narrativas recientes están escritas por autores que son también poetas?
Ordesa, de Manuel Vila, Canto jo i la muntanya balla de Irene Solà, Un amor de Alejandro Palomas, Permagel de Eva Baltasar, Taxi de Carlos Zanón, Ciutat de mal de Jaume C. Pons Alorda… un buen número de destacadas novedades de narrativa presentan un rasgo en común: han sido escritas por poetas, lo que denota la existencia de fluidos vasos comunicantes entre géneros, de la poesía a la novela pero también al ensayo. Siguen reflexiones al respecto de algunos de esos autores, a caballo entre lo poético y lo prosaico.
LUIS GARCÍA MONTERO
¡Salvemos las palabras!
El actual director del Instituto Cervantes es, antes que nada, un poeta. Pero también es autor de una obra en prosa que incluye novelas y el reciente publicado Las palabras rotas (Alfaguara), un ensayo literario e ideológico sobre el valor de las palabras y el compromiso cívico. Se trata de un híbrido, pues incluye varios poemas, primero suyos y luego de algunos de sus “santos laicos”, aquellos autores a los que admira. “La poesía me llevó a la narrativa -confiesa- pues, movido por mi admiración hacia el poeta Ángel González, intenté escribir un ensayo sobre él, pero me di cuenta de que se perdía lo que más me emocionaba de la historia, que era la emoción de un señor de 80  años que vivía en presente lo que le había ocurrido cuando era un niño, así que cambié a novela y me salió Mañana no será lo que Dios quiera (2009). Ahora, en Las palabras rotas, reflexiono sobre cómo la era digital supone un diálogo entre la intimidad y lo público, frontera que ha sido siempre el ámbito de la poesía. Hoy, cuando uno tiene un desengaño sentimental, lo cuelga en Facebook o Twiter. Ese diálogo privado-público desemboca muchas veces en la irracionalidad, el insulto, se dicen las cosas sin pensarlas, se convierte la propia identidad en una imposición… Para intentar resolver eso, la poesía ofrece meditación, es un género acostumbrado a gestionar eso pero indagando en lo mejor de la verdad humana”.
Sostiene que “la poesía es, asimismo, un buen sitio para buscar palabras de la calle, Antonio Machado, al principio de Juan de Mairena, enseña cómo le proponen al alumno que escriba en la pizarra, en lenguaje poético, “los eventos consuetudinarios, que acontecen en la rúa”, y el niño pone “lo que pasa en la calle”, ante la satisfacción del maestro. La tradición machadiana entiende la lengua no como la invención de un artefacto extraño dedicado a poetas sino como un patrimonio común que debe tratarse rigurosamente. La poesía trata de manera decente a las palabras”.
JAUME C. PONS ALORDA
“En la prosa, juego y río más”
 “Pasar de la prosa a la poesía me resulta un acto natural -cuenta Jaume C. Pons Alorda, que ganó el mes pasado el Ciutat de Tarragona con su novela Ciutat de mal, que se publicará en Angle en septiembre-. La palabra es investigación, expansión y también liquidación de géneros y etiquetas. El siglo XXI será la tumba de los géneros estancados. Como Ana Blandina, escribo prosa agrandar el reino de la poesía. Para mí todo es poesía, pero a veces necesito escribir con los parámetros de historia, tramas, subtramas y personajes. Sin la condensación extrema del poema. Hay vinculación total entre los dos géneros: temas y personajes van de un lado al otro. Personajes del poemario Cala foc al ossos aparecen en Ciutat de mal. Y también reconozco que la poesía me cuesta cada vez más y me sale grave, trágica y llena de solemnidad. En mi prosa, siempre poética, juego más y río más y me lo paso mejor. Siento que trabajaré las posibilidades de la prosa durante un tiempo, tengo ganas de intentar, jugar y seguir creando universos portentosos a larga distancia”.

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