Por Marc Latzel (Fotos), Renat Kuenzi (Texto)
Die Turner Ausstellung wird aufgebaut
Los Alpes eran considerados como un páramo rocoso, helado y mortal
hasta que un erudito suizo, Albrecht von Haller, escribió su epopeya ‘Los
Alpes’, y hasta que un joven artista reflejó en sus cuadros el paisaje mítico y
maravilloso de esas cumbres nevadas.
En 1802, un joven británico viaja a Suiza. Su nombre: Joseph Mallord William Turner. Su destino: los Alpes.
Viaja por la geografía helvética desde la Suiza Occidental hasta Berna,
Thun y finalmente Grindelwald vía Brienz. Y, más tarde, desde Lucerna hasta el
Puente del Diablo y el desfiladero de Schöllenen.
Capta sus impresiones en bocetos y pequeñas acuarelas y el material que
se lleva a casa es tan sustancial que le basta para trabajar con él por
décadas.
Aunque Turner, de 27 años, era poco conocido, su talento era
inconfundible y había alimentado esperanzas en círculos influyentes de Londres.
Sus creaciones alpinas consolidaron su reputación y fueron muy importantes para
la promoción de las montañas helvéticas.
Turner regresó varias veces a Suiza entre 1837 y 1844. Murió siete años
más tarde, sin presenciar el fenómeno al que contribuyó con su obra: el turismo
de masas.
La gente comenzó a llegar desde Gran Bretaña y otros países europeos
para ver los Alpes suizos. Inspirados por las imágenes de Turner, querían ver
de cerca la belleza y el horror de los gigantes de roca y hielo.
Hoy en día, el turismo es uno de los sectores más importantes de la
economía suiza y Turner contribuyó a sentar las bases. Gracias al turismo,
Suiza, o más precisamente las regiones montañosas suizas, experimentaron una de
las mayores transformaciones desde la industrialización.
Es poco probable que Turner haya considerado el poderoso impacto de su
obra, pero seguramente no le habría importado.
La exposición ‘Turner. El mar y los Alpes’ está abierta hasta el 13 de
octubre en El Museo de Arte de Lucerna.
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