Pedro Casas Serra
En mi interior hay un océano
que golpea contra mis paredes,
por mis ojos veréis si está agitado o en calma,
yo no puedo dormir cuando se agita
ni sonreír si está en calma.
En mi interior hay un océano
con playas doradas donde las cometas
bailan abrazadas sus amores furtivos,
y con abismos que atesoran los restos
de amores naufragados.
En mi interior hay un océano
donde la balsa del niño que fui,
tropieza con la del joven enamorado
y con la del adulto enfermo y desengañado
buscando la salida de las lágrimas.
En mi interior hay un océano
atravesado por corrientes,
las frías congelan mis sentimientos,
las calientes los enardecen,
mi cuerpo es su recipiente de ebullición.
En mi interior hay un océano
rodeado de cuerpo por todas partes,
abrazadme y notaréis su oleaje,
besadme y gustaréis su sal,
uniros a mí y las olas os vestirán con su espuma.
En mi interior hay un océano,
un océano tan inmenso que rebasa el cuerpo que lo contiene,
tan inmenso, que fluye por todos sus orificios
necesitando unirse a otros océanos
para así formar el Océano Universal.
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