POR TONYARIASGIL
La credibilidad es una de las fortalezas más grandes del periodismo. Cuando
una especialidad, como el periodismo turístico se relaja, al nivel de sustituir
a los maestros del buen periodismo por los expertos en el arte, con mucho pesar
debo decir, que la credibilidad periodística se fue de fiesta.
Cuando vi este afiche pensé en una empresa de marketing turístico. Me impactó.
Realmente debí leer el texto varias veces para caer en cuenta que se trataba de
una organización periodística especializada en turismo.
Inmediatamente pensé en Manuel Quiterio Cedeño, a quien siempre he
apreciado por su brillantez y por su éxito empresarial. Pensé en él, aunque
estoy seguro que él no lo creerá, porque Quiterio es el periodista turístico
más avezado en cuanto a los detalles de la industria sin chimeneas.
Lamenté que a pesar de que Quiterio pertenece a la directiva actual de
Adompretur no haya sido él elegido para hablarles a los periodistas de qué
escribir cuando visitan un hotel.
Lamento y me preocupa, que la actual directiva de Adompretur haya
elegido un estilo “chabacano” de representar a los periodistas turísticos.
Yo no me siento identificado con ese conversatorio promocionado por la
organización en la que milito.
No conozco al expositor, pero la entidad me dice que es un diseñador de
interiores. Por lo tanto, su visión es técnica pero más bien inclinada a los
detalles artísticos, al buen arte de aparentar.
En ese sentido, la función del periodismo no puede ser complaciente y
mostrar a través de sus reportajes, que lo que se aparenta es lo verdadero. Eso
se llama complicidad. Y la complicidad es enemiga de la credibilidad.
Así que, sin ánimos de boicotear, le pido a todo aquel periodista de
Adompretur que crea en la credibilidad y que no menosprecie el arte, pero sí la
apariencia y la complicidad, que no promueva que un diseñador de interiores nos
diga qué escribir de un hotel.
No creo estar equivocado. Mi credibilidad nunca se ha ido de fiesta.
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