Por Miguel Rone
PARTE -III-
Era la época en que todos los mozalbetes nos
enrolábamos a los grupos políticos de izquierda, creíamos en la guerra de
guerrilla, éramos Castristas.
A día siguiente nos levantaron con una jigüera llena
de Batatas, las que nos sirvieron para el desayuno esa mañana, las que
adornábamos con unas sardinas de las que llevábamos de enlatados, para esos
días del trayecto.
Con fama de ser El Pico Más Alto de las Antillas,
el Pico Duarte, 3087 metros de Altura, generalmente no se Siente Solo.
Durante Todo el año, los Visitantes le acompañan y disfrutan de su comunión.
Rodríguez nos dijo: “Prepárense que dentro de un
rato arrancamos”, y así fue, al poco rato iniciábamos la marcha en fila india
rumbo a las montañas, íbamos lleno de entusiasmo a la aventura. El trayecto se
inició con la marcha por la llanura por la orilla del rió.
Comenzábamos a subir las empinadas lomas entre
pinares y pajón, Rodríguez siempre iba delante como guía junto a su perro Juan,
con un filoso machete el cual usaba durante la travesía para marcar cada cierto
tramo para dejar señalado el camino.
Íbamos por horas caminando montaña hacia arriba,
dando giros según el terreno, eran como las cuatro de la tarde y comenzábamos a
escalar el monte La Rusilla, este era uno de los montes mas empinados de todo
lo que habíamos caminados hasta el momento.
Cuando llegamos a la mitad del trayecto de La
Rusilla, apareció un monstruo que no habíamos visto; El Cansancio. Tal fue este
que yo fui el primero en caer, Agotado y con un fuerte desmayo que no me dejo
avanzar, me senté en el tronco de un pino y me quise dormir, los demás
siguieron dejándome solo, pero unos metros mas adelante le paso a Eldon lo
mismo y se devolvió y se quedó acompañándome, prometiendo los otros volver a
buscarnos, señalándonos las señales en los árboles, por si queríamos seguir.
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