El domingo 4 de mayo hubo un incidente en una de las playas de la Isla Saona, en el que murieron ahogadas 2 personas.
Debemos aclarar, de entrada, que esto no sucedió por negligencia de los empleados de la empresa organizadora. Mas bien se puede decir que fue un caso de ignorancia extrema, por parte de los propios involucrados.
Se trataba de un grupo de unas 80 personas, de una iglesia evangélica, del área de San Isidro, en Santo Domingo Este.
Todos subieron, en Bayahibe, a bordo del Catamarán Yucahú, de la Compañía Mirage, o Suntan Excursions.
A mediodía llegaron a la playa de Saona y almorzaron hacia la una de la tarde.
A eso de las 2:30, el pastor de la iglesia y organizador del viaje, se dio cuenta que una niña estaba siendo arrastrada por la corriente.
Sin dar la voz de alarma, se lanzó al mar en su auxilio.
Una hermana de la joven se lanzó detrás de él. Después, otras dos personas del grupo se lanzaron al mar, pero nadie dio la voz de alarma.
Uno de los empleados de la Compañía se percató del grupo, arremolinado en la playa y, al inquirir, se dio cuenta de lo que estaba pasando.
Fue en ese momento que se puso en marcha, inmediatamente, el proceso oficial de socorro.
Pero, ya era demasiado tarde.
El pastor y otras dos personas fueron sacados inconscientes, pero con vida. La jovencita de 12 años y uno de los que trataron de ayudarla fueron sacados sin vida, un rato después.
Los miembros de la iglesia, que presenciaron todo el incidente desde el principio, se mantuvieron en oración. Pero a nadie se le ocurrió gritar para conseguir ayuda real.
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