Voces y ecos:
RAFAEL PERALTA ROMERO - rafaelperatlar@gmail.com
Listín Diario, edición digital, publicó en esa fecha una crónica de esas que
en la prensa de estos tiempos poco abundan, pero que los lectores disfrutan.
Iniciaba así: “Más delgado, afligido, cabizbajo y con más cabello y cana que de
costumbre, así luce el exprocurador General de la República, Jean Alain
Rodríguez, a casi dos meses de estar recluido en la cárcel de Najayo, acusado
de corrupción”.
A Rodríguez le ajusta cómodamente la denominación de
“petimetre”, pues desde las alturas del Gobierno demostró gran inclinación por
su compostura exterior, aunque no tanto así por su compostura ética. Resulta
buen ejemplo para quienes ejercen funciones públicas y se encumbran por encima
de todos y de todo.
La estupenda crónica del Listín, extrañamente sin firma,
apunta además que: “Rodríguez, caracterizado por un porte erguido, mirada firme
y vestuario impecable, en la sala de audiencia, donde busca su libertad, se
percibe como un hombre de mirada triste y aspecto, a veces, desesperado”. Vale recordar la transitoriedad del poder.
Abusar del poder, sea por incurrir en excesos en el
ejercicio de las funciones o sea por el aprovechamiento del cargo para
beneficio personal, le puede propiciar satisfacciones a los hombres mediocres y
también a los lisiados del espíritu. Pero en algún momento esas pústulas
morales afiebran la conciencia.
Quizá lo que más tortura a Jean Alain no sean las
estrecheces de la reclusión carcelaria, sino el saber que ya el pueblo
dominicano ha dictado sentencia en su caso y el contenido de esta no le es
favorable. Más que estar preso, me parece peor el saber que mucha gente expresa complacencia de su situación.
La ratificación de la prisión preventiva, el pasado
miércoles, podría constituirse en factor agravante para el menoscabo del garbo
del señorito JAR. “Flaco literal, con varios kilos menos y sus grandes ojos
“hundidos”, así se observa la parte de su rostro que deja ver la mascarilla
anticovid”. Así continúa la crónica citada.
Rodríguez sirvió a un gobierno, el del PLD, para cuyos
líderes, el respeto a las instituciones y a las personas importó poco. Solo
ellos eran algo. La historia ha
demostrado que quienes usan el poder para fines pervertidos suelen terminar
como Judas Iscariote. Es mal momento
para el señorito Jean Alain.
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