El Cañero

9 de septiembre de 2021

Tendencias de la economía azul – ¿qué podemos aprender del Caribe?

 elmundo-delosnegocios.com


La economía azul – definida como actividades económicas que utilizan los recursos marinos o fluviales de manera sostenible – se esgrime como una posibilidad de expandir el crecimiento de muchos países del mundo. La economía azul emplea un gran porcentaje de la población global, y su contribución se estima conservadoramente en US$1.5 trillones anualmente, aproximadamente 3% del valor agregado global. Desde Australia a San Diego, diferentes gobiernos nacionales, regionales y municipales están impulsando políticas públicas destinadas a estimular el desarrollo de esta economía. Desde el punto de vista del BID, la economía azul es importante puesto que está alineada con cuatro de sus cinco prioridades de la visión 2025: pequeñas y medianas empresas, integración en cadenas de valor, cambio climático, y género y diversidad.

Este entusiasmo por el océano como una nueva frontera de crecimiento está siendo parcialmente alimentada por los avances de la Bluetech – que se refiere a la creciente aplicación de nuevas tecnologías al océano para resolver problemas vinculados a la preservación del planeta y de sus especies, tales como como la disponibilidad de agua potable, seguridad alimentaria, generación de energía limpia, curas para enfermedades crónicas, nuevos materiales, y soluciones contra el cambio climático (secuestro de carbono, prevención de desastres).

Para los países del Caribe, cuyas economías turismo-dependientes han sido impactadas por la crisis del COVID, hay una expectativa colectiva de que la economía azul y sus tecnologías asociadas puedan ser una nueva fuente de crecimiento económico. Esta expectativa se deriva de la confluencia de varios factores. Por un lado, los países caribeños – especialmente aquellos insulares – desean poder capitalizar sobre los recursos marinos de sus zonas económicamente exclusivas (ZEEs), que son varias veces más grandes que su área terrestre. Por ejemplo, las ZEEs de Barbados, Bahamas, Jamaica y Trinidad y Tobago se estiman en 3.73 millones de kilómetros cuadrados – casi 10,000 veces el tamaño de sus áreas terrestres (de 379,000 kilómetros cuadrados). Por el otro, en la situación actual de alto endeudamiento externo que enfrentan muchos de estos países, el financiamiento concesional luce altamente atractivo, y las organizaciones multilaterales que pueden ofrecerlo están muy interesadas en el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenibles (ODS) acordados en el marco de las Naciones Unidas para el 2030. Varios de los ODS están directamente relacionados con el océano – por ejemplo, el ODS 14: “Conservar y utilizar en forma sostenible los océanos, los mares y los recursos marinos para el desarrollo sostenible” – mientras que otros lo están indirectamente – por ejemplo, el ODS 2 concerniente a la seguridad alimentaria, el ODS 7 a energía, el ODS 6 al agua, y el ODS 13 a combatir el cambio climático. Finalmente, existen varios fondos privados de impacto globales que buscan activamente oportunidades de inversión en la economía azul en el Caribe. Esto es indicio de que el mercado detecta una oportunidad de crecimiento en la economía azul del Caribe y a la vez reconoce el alto potencial de impacto social y ambiental que tendrían estas inversiones. 

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