Santo Domingo, 1817 – San Juan de la Maguana, 1861) Político y líder independista dominicano, considerado uno de los Padres de la Patria. Miembro de «La Trinitaria», sociedad secreta separatista, en 1844 lideró un alzamiento contra Haití y el 27 de febrero de ese año proclamó la independencia de la República Dominicana. Al igual que otros trinitarios, Francisco del Rosario Sánchez fue apartado del poder y desterrado una vez alcanzada la independencia. Con la amnistía de 1848 pudo regresar al país, y a lo largo de la siguiente década desempeñó diversos cargos públicos. En 1861 entregó su vida en la lucha para evitar la anexión de la República a España.
Biografía
Hijo de Narciso Sánchez y Olaya del Rosario,
recibió de su madre la enseñanza elemental y aprendió el oficio de “peinetero”.
Luego estudió latín y filosofía con don Nicolás Lugo, estudios que continuaría
con el padre Gaspar Hernández, sacerdote peruano emigrado a Santo Domingo y
reconocido antihaitiano. En este período conoció a Juan Pablo Duarte, quien,
junto a otros jóvenes, asistía a las clases del sacerdote. En 1838 se integró
en La Trinitaria y pronto empezó a distinguirse por su laboriosidad y decisión.
Diversos antecedentes históricos hicieron de
la independencia de la República Dominicana un proceso sumamente complejo. La
isla de Santo Domingo (llamada antiguamente la Española) estuvo bajo dominio
español desde los tiempos de Cristóbal Colón. A finales del siglo XVII, sin
embargo, la corona española cedió a Francia la mitad occidental de la isla, es
decir, el actual Haití. Dos siglos después, en virtud del Tratado de Basilea
(1795), toda la isla pasó a manos de los franceses, aunque por poco tiempo. A principios
del siglo XIX, dos décadas de luchas y convulsiones conducirían a la
consolidación de la independencia y a la unificación de la isla: desde 1822, el
presidente Jean-Pierre Boyer gobernaba toda la isla de Santo Domingo, que pasó
a llamarse Haití.
El objetivo de la sociedad secreta La
Trinitaria, fundada en 1838, era la independencia de la antigua parte española;
a diferencia, pues, de otras colonias, no había que enfrentarse a una metrópoli
europea para conseguirla, sino a la dominación de una ex colonia que había
alcanzado su independencia: Haití. Bajo la inspiración de su líder intelectual,
Juan Pablo Duarte, los miembros de La Trinitaria difundieron sus ideas, que
calaron lentamente en la sociedad dominicana.
Entretanto, los elevados impuestos dictados
por el gobierno habían mermado drásticamente la popularidad del presidente
Boyer, que fue derrocado en 1843 por Charles Rivière-Hérard. Los trinitarios
vieron en esa transición una oportunidad, pero sus tentativas fueron de
inmediato reprimidas por Hérard. El celo y determinación que Francisco del
Rosario Sánchez había mostrado en sus labores en La Trinitaria le permitieron
dirigir el movimiento cuando Duarte hubo de exiliarse debido a las
persecuciones desatadas contra él por los haitianos.
Las razones principales por las que se
reconoce a Francisco del Rosario Sánchez como Padre de la Patria radican,
principalmente, en sus méritos como trinitario y en haber leído la proclama que
declaraba el nacimiento de la República Dominicana. El 27 de febrero de 1844,
Sánchez fue el encargado de leer la declaración en el baluarte de San Genaro
(hoy puerta del Conde). Presidió luego el gobierno provisional (la Junta
Central Gubernativa), hasta ser desplazado por Tomás Bobadilla.
Con la llegada a la presidencia de la
flamante República del terrateniente conservador Pedro Santana (1844-1848),
cuyas tropas habían logrado en marzo rechazar un ataque haitiano, los
trinitarios quedaron apartados del poder, y Francisco del Rosario Sánchez, al
igual que Juan Pablo Duarte y Ramón Matías Mella, hubo de partir al exilio. Con
todo, la independencia quedó consolidada, y bajo la presidencia de Manuel
Jimenes (1848-1849) se decretó una amplia amnistía que permitió a Sánchez
regresar al país y desempeñar importantes cargos públicos.
La anexión a España
Durante la corta vida de esta Primera
República Dominicana (1844-1861), Pedro Santana accedería a la presidencia en
otras dos ocasiones. Al final de su último mandato (1858-1861), Santana
resolvió anexionar la República a España. Era un modo de detener la permanente
amenaza de Haití, que había intentado repetidamente invadir el país, pero
también de mantenerse en el poder, pues aceptó a cambio el cargo de gobernador
de la Provincia española de Santo Domingo. Esta decisión desataría la Guerra de
Restauración (1863-1865), que enfrentó a los defensores de la anexión con los
independentistas o restauradores (pues su objetivo era restaurar la Primera
República).
Además de Padre de la Patria por su papel en
la proclamación de la independencia en 1844, Francisco del Rosario Sánchez fue
un precursor del movimiento restaurador. En 1859, sus divergencias con Santana
le habían costado la prisión y un nuevo exilio, desde el que Sánchez comenzó a
preparar la lucha contra la más que previsible anexión a España, que fue
solemnemente proclamada en la capital dominicana el 18 de marzo de 1861. Con
las manifestaciones de apoyo impulsadas por el gobierno de Santana se intentó
ocultar un descontento que se hizo visible poco después, cuando, el 2 de mayo,
estalló en Moca un levantamiento en armas encabezado por José Contreras.
Firmemente determinado a restaurar la
República, el 1 de junio de 1861, tres meses y medio después de consumada la
anexión a España, Francisco del Rosario Sánchez entró a territorio dominicano
en compañía de José María Cabral y otros. Su intentona duró poco más de un mes:
víctima de una traición, fue capturado en una emboscada y fusilado en San Juan
de la Maguana el 4 de julio siguiente, junto a una veintena de compañeros de
armas.
Fallecía así a manos de sus conciudadanos un
luchador insobornable, cuyos elevados ideales patrióticos perduran en su
producción escrita. El 20 de enero de 1861, cuando era evidente que Pedro
Santana y los suyos entregarían la soberanía del país, Sánchez lanzó una
proclama en la que afirmaba: “Pero si la maledicencia buscare pretextos para
mancillar mi conducta, responderéis a cualquier cargo diciendo en alta voz,
aunque sin jactancia, que yo soy la bandera dominicana”. Antes, el 16 del mismo
mes, había justificado lapidariamente su lucha en una carta a Damián Báez: “Mi
patria está vendida. Esto basta”.
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