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19 de marzo de 2021

Con fusiles, machetes y piedras, los dominicanos ganaron la batalla del 19 de marzo

 Hoy se conmemora el 177 aniversario de la contienda librada en Azua por la independencia dominicana

Emilia Pereyra – Diario Libre


SANTO DOMINGO.- De manera decisiva y rápida, el recién formado ejército dominicano, mandado por el general Pedro Santana, derrotó a las experimentadas milicias extranjeras, dirigidas por el presidente haitiano Charles Rivière-Hérard, el 19 de marzo de 1844, en la primera gran batalla librada en defensa de la independencia dominicana, proclamada la noche del 27 de febrero del mismo año.

Entonces, el ejército criollo, integrado especialmente para repeler los intentos del Gobierno haitiano para revertir la declarada liberación, estaba formado por unos 2, 500 novatos procedentes de varios lugares del este y el sur del país, mientras que eran mucho más las tropas foráneas, pues el mando haitiano había despachado hacia la parte oriental a 30, 000 soldados que entraban por diferentes puntos geográficos.

Se trataba de un ejército mal apertrechado para defender la soberanía dominicana, que debía enfrentarse a los numerosos y diestros combatientes extranjeros, que llegaban con artillería compuesta por obuses y piezas de grueso calibre.

En El diario de la Independencia, el historiador Adriano Miguel Tejada planteó que el lunes 18 de marzo un mensajero enviado por el patriota Jaime Vidal, quien se trasladó desde El Maniel, le informó al general Pedro Santana, jefe de los ejércitos expedicionarios, sobre los movimientos que hacían las tropas haitianas que invadían el territorio dominicano.

El general Pedro Santana comandó las tropas dominicanas en la batalla del 19 de marzo. Ilustración: Ramón L. Sandoval

En defensa de la patria

El general Santana, que entonces debutaba como comandante, preparó sus tropas al amanecer y formó una línea defensiva desde el camino del Barro, en el noroeste, hasta Los Conucos, en el suroeste.

“En el flanco derecho, Santana emplazó a los fusileros azuanos, comandados por Valentín Alcántara y Vicente Noble, y un contingente de macheteros entrenados por el coronel Antonio Duvergé. En la retaguardia de este flanco estaba Nicolás Mañón, con 200 hombres en el cerro de Resolí, en Azua, relató Tejeda.

“A la izquierda, había emplazada otra pieza de artillería y los fusileros de Matías de Vargas, José Leger y Feliciano Martínez. El coronel Duvergé, como jefe de la línea de defensa, se movía de un lado a otro, según las necesidades del ataque. En la retaguardia, detrás del centro, estaba el general Santana, junto a Buenaventura Báez, Felipe Alfau y Lorenzo Santamaría, junto a los hateros a caballo y un contingente de caballería reclutado por Báez”, narró Tejada.

Continuó relatando el historiador en el diario: “Promediada la mañana, y sin el apoyo de artillería y creyendo que la columna del general Souffrant se encontraba en posición de apoyar el ataque se inicia el asalto por el centro. El general Thomas Héctor cometió el error de ordenar el paso de carga a columna cerrada”.

En aquel momento, la pieza de artillería de Soñé disparó sucesivamente rondas de metralla y dejó “claros terribles en las apretujadas filas haitianas”. Luego los fusileros criollos, Lucas Díaz y sus subalternos dispararon a los enemigos y los macheteros entraron en acción, logrando desarticular a los adversarios.

Entretanto, las tropas haitianas del ala derecha confrontaban las posiciones del lado izquierdo dominicano, justo en el camino de Los Conucos. Este enfrentamiento también fue ganado por los criollos y sobresalieron los fusileros Matías de Vargas, Leger y Martínez. En la refriega cayeron dos coroneles haitianos.

“El grueso del ejército haitiano se retiraba en desorden, cuando el ala izquierda de los haitianos se tropezó con los azuanos de Duvergé, quienes, apoyados por los fusileros de Nicolás Mañón apostados en el cerro de Resolí, iniciaron una brava carga de machete que ‘sembró el terror y la muerte en esta ala del ejército de Hérard, la que se retiró presa del pánico y la mortandad que ocasionan las armas blancas’”, escribió Tejada.

José Gabriel García, el historiador nacional, contó que los invasores tuvieron que retirarse al río Jura con grandes pérdidas de hombres, armas y municiones y que en la contienda se distinguieron por su heroísmo, además del general Santana, los oficiales Francisco Soñé, Feliciano Martínez y Manuel Mora.

Muertes en los combates

Se relata en la historiografía que en las escaramuzas los haitianos perdieron entre 200 y 300 hombres, mientras que las bajas dominicanas fueron insignificantes.

En los días siguientes circuló la falsa versión que de que el presidente Charles Rivière-Hérard había muerto en Azua, bajo el fuego enemigo.

También se ha escrito que en las tropas dominicanas había al menos 1,000 hateros y gentes de El Seibo, Hato Mayor, Higüey y Los Llanos y jóvenes azuanos entrenados por Duvergé y Francisco Soñé.

Asimismo, integraban el ejército criollo dos compañías: una de gendarmería y otra de caballería, con un total de 200 neyberos, comandados por Vicente Noble y Nicolás Mañón, y dos regimientos llegados por barco desde la capital, al mando de Manuel Mora. Estos, sumados a los de la tropa banileja, al mando del teniente coronel Manuel de Regla Mora, se aproximaba a 300 soldados más un grupo de San Cristóbal, dirigidos por Lorenzo Araujo y José María Cabral, y un cuerpo de hombres a caballo que organizó y mandaba Buenaventura Báez.

Acciones de Duvergé y Santana

El coronel Antonio Duvergé fue una figura notoria de la batalla del 19 de marzo. Se enfrentó con fiereza a los enemigos en los combates, y antes de que el general Santana llegara a la escena, entrenó a los macheteros azuanos y como jefe de línea auxilió a los contingentes necesitados de ayuda.

Una vez lograda la primera y categórica victoria de las guerras de independencia, el general Pedro Santana se retiró a Sabana Buey, acción forzada por las noticias de la llegada al campamento dominicano en Azua la columna de Souffrant.

Se entendía que la nueva ubicación de las tropas criollas permitía una mejor defensa, dada la relevancia geográfica de los pasos de El Número y del río de Ocoa, y atraería a las tropas haitianas desalentadas por la derrota del 19 de marzo.

Entonces, el general Santana destacó patrullas de reconocimiento en esas zonas y dejó la retaguardia de Azua al mando del coronel Duvergé y a sus tropas.

Aunque fueron derrotados contundentemente en Azua, las huestes haitianas no desistieron, y tendrían otra confrontación con los ejércitos dominicanos el 30 de marzo, en Santiago de los Caballeros.

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