El 26 de abril de 1986 marcó
un antes y un después en la historia de la humanidad. Un día que cambió la
vida de decenas de miles de personas, el paisaje de un territorio para los
próximos miles de años, y modificó la forma en que se ve la energía atómica en
el mundo. Fue el día que el nombre de Chernóbil se convirtió en
sinónimo del desastre nuclear más grave en la historia.
La tragedia de Chernóbil,
enterrada en un enorme sarcófago de cemento, dejó para las generaciones
venideras recuerdos dolorosos, pero también lecciones valiosas sobre lo
que se debe y no se debe hacer con un reactor nuclear averiado.
Una ciudad soviética
de referencia
El 4 de febrero de 1970, con
motivo de la construcción de la central nuclear V.I. Lenin y a unos dos
kilómetros de la misma, fue fundada en la República Soviética Socialista
Ucraniana la ciudad de Prípiat.
El desarrollo de la ciudad
progresaba rápidamente. Se construían ajardinados barrios, escuelas y
guarderías, tiendas y cafeterías, centros de ocio, cines, hospitales y
clínicas: todo esto según los planos arquitectónicos más modernos
de aquella época.
La ciudad era joven,
como también lo era su población, cuya edad media se situaba entre 20
y 29 años. Más de 1.000 bebés nacían en Prípiat cada año. A principios de
los 80, la urbe contaba ya con alrededor de 50.000 habitantes.
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