16 de febrero de 2019

Cruzada por la lectura


Voces y ecos
RAFAEL PERALTA ROMERO
rafaelperaltar@gmail.com
En un país con profundo atraso  educativo, un plan intenso de lectura será importante factor de cambio. Porque con acciones, no con discurso,  es como  se deshacen entuertos,  se cambia el mundo o se mejora la sociedad. El país se ha llenado de licenciados que no saben construir una oración. Algunos y algunas pregonan la caducidad de la ortografía.
Unos teóricos creen que el principal problema de la sociedad dominicana es la crisis de energía eléctrica, otros estiman que es el desempleo; otros y otras se centran en la equidad de género como el asunto que demanda mayor atención. Pero el principal problema dominicano es la profunda crisis de la educación. Somos un pueblo de maleducados.
El Ministerio de Educación concibió y anunció la Cruzada Nacional por la Lectura, programa amplio y novedoso que incluye la distribución de más 800 ejemplares de libros, de autores nacionales, entre estudiantes de la escuela secundaria. Los textos, clasificados de acuerdo a grado y edad,  llegarán gratuitamente a los alumnos.
Una inversión superior a 280 millones de pesos no podía pasar inadvertida y un suplidor objetó la  asignación de la impresión al editor que la había obtenido. Cuestión de intereses económicos, se entiende. Otro  hecho, más simple que ese,  contribuyó a frenar el programa. Me refiero  a la inclusión, entre los  libros a divulgar de la novela “Ruinas”.
Esa obra, sobre la vida de Salomé Ureña, fue escrita por Rafael García Romero,  director de Cultura  del MINERD. Este yerro del funcionario ha servido para que algunos y algunas  pongan en evidencias las lacras de que adolecen. Han salido a flote, como la basura cuando llueve,  inquina, envidia y  ganas de dañar reputaciones.
No han tenido intención  política las saetas y mofas contra la Cruzada Nacional por Lectura. Los comentaristas de esa área  ni  los partidos de oposición  han buscado motivos para criticar  la acción  anunciada por el ministro de Educación, Andrés Navarro,  y que él mismo decidió aplazar para corregir las fallas detectadas.
Han sido escritores y escritoras, poseídos  del malpecho y alérgicos al triunfo ajeno, quienes tomaron la suspensión momentánea del programa de lectura para mostrar sus baldaduras emocionales. Se solazan con la idea de que ha fracasado   la valiosa iniciativa. Han esgrimido argumentos necios y viles para justificar  su actitud.
El ministro Andrés Navarro debe saber que el  proyecto es plenamente válido y que siendo una acción de gobierno,  aplicada como debe ser, habrá de convertirse  en una obra patriótica. Ninguna tarea de ese ministerio, en las presentes circunstancias, tiene semejante vocación de trascendencia. La Cruzada por la Lectura se justifica.

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