Por Antonio Almonte
“Quien siembra vientos, recoge tempestades”,
reza la conocida expresión de origen bíblico.
Sin embargo, a pesar de la
sabia advertencia, algunos políticos poderosos continúan sembrando peligrosos
vientos en la política criolla.
Por ejemplo, sabemos que aparte
su condición de fuente ilícita de enriquecimiento, el narcotráfico ha sido
utilizado también para dañar reputaciones de políticos adversarios. En
ocasiones las acusaciones son justas, porque se refieren a delitos ciertamente
cometidos, aunque acallados temporalmente bajo efectiva sordina del poder; en
otras, se trata de puras falsedades o de manipulaciones para calumniar enemigos. Pero, en cualquier caso, siempre
las campañas de ese tipo se gestan y dirigen desde el poder. Solo el poder de
Estado maneja tan delicada información y, además, se atreve a utilizarla
pública e impunemente.
La novedad del affaire
Quirino-PLD es que dirigentes de ese partido están utilizando el narcotráfico
para atacar al presidente de su propio partido. Es decir, “lo que nunca se
hizo”.
Si las acusaciones que hace
Quirino son ciertas o no, no lo sabemos,
porque el aludido no se ha dado por aludido y siempre responde otro disparando
hacia arriba, y dejando a Quirino en un ruidoso “monodiálogo” [como decía
Unamuno].
En fin, asistimos a un juego
politiquero, que banaliza el delito, y que en la opinión pública ha elevado al
narcotráfico y sus capos a la escala de la política y sus líderes. [De ahí que Quirino se
atreviera, solícitamente, a anunciar apoyos y participación “a la franca” en la
campaña electoral que viene].
Por tanto, el sainete montado
por sectores del PLD con la pareja Danilo – Leonel, y Quirino en el medio, es
un vulgar “todo se vale” y una estocada a las entrañas de la democracia y a las ilusiones de construir una
sociedad decente.
Familia de esa conducta es
también la confesión de reconocidos
dirigentes del PLD, miembros del expediente Odebrecht, en el sentido de que los
dineros recibidos por ellos, miles de millones de pesos a cambio de contratos,
no eran para sí, sino para el partido.
Y lo dicen, y lo repiten,
conscientes de que el Procurador carece de entereza y forros suficientes para
sentar en el banquillo a la persona jurídica llamada Peledé.
Tarde o temprano veremos que
todas esas siembras traerán furiosas tempestades…, o ríos de lodos
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