Por Wendy Santana
Generalmente son hijos de periodistas, nacieron en casas
donde el periódico no faltaba, el noticiario de televisión nunca se apagaba, o
visitaban medios de comunicación o casas de periodistas por cuestiones de
amistad y les agradaba ese ambiente de tanta movilidad.
En otros casos les llamaba la atención ver a los
reporteros inquietos y ansiosos en las calles buscando la noticia, presentando
un noticiario, haciendo entrevistas a personas famosas o recorriendo distintos
lugares para preparar un reportaje.
Aprendieron sobre la marcha. Escribieron una nota de
buenas a primera porque hubo una necesidad y tuvieron que hacerlo, descubriendo
que podían mejorar. Entraron casualmente a un periódico, a una emisora de radio
o televisora, a hacer una tarea, a realizar un experimentar o en un tour
escolar.
Otros quisieron probar qué tan fascinante podría ser
periodista y lo intentaron solicitando trabajar en un periódico, “en lo que
sea”, sólo para estar allí y ver cómo se desenvolvían las cosas y cómo se
elaboraban las noticias que salían en los diarios o se difundían por la radio o
la televisión.
El hecho es que se asomaron, entraron y llegaron para
quedarse. Muchos periodistas, principalmente los de más de 50 años de ejercicio
profesional hoy en las tablas de la comunicación, la mayoría con puestos
importantes, ya siendo reconocidos por la sociedad, entraron así a este mundo.
Son los llamados periodistas de oficio porque no fueron a
una academia a cursar la carrera formalmente, sino que la hicieron directamente
en el campo de acción.
Son los que se formaron en las redacciones de los
diarios, en las estaciones radiales o estudios de televisión, o en las calles
buscando información y utilizando la lógica, la intuición y la coherencia para
presentar los resultados de su investigación, despertando interés y
descubriéndose a sí mismos como periodistas
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