Por Luigi Jorio
Acuarela de inundaciones de 1868: Una casa queda en medio de una isla. |
Berna.- Hace exactamente 150 años,
los lagos y los ríos suizos se desbordaron e inundaron diversas partes del
país. El desastre sembró la destrucción y la muerte, pero también permitió al
joven Estado federal consolidarse y avanzar.
Todo comienza con las
fuertes precipitaciones de los días 27 y 28 de septiembre, seguidas de las
lluvias de principios de octubre: el otoño de 1868 es uno de los más húmedos y
catastróficos de la historia de Suiza. El Lago Mayor alcanza una altura de
199,98 metros, la más alta jamás medida, siete metros por encima de su nivel
promedio actual, mientras que el Paso de San Bernardino recibe 1 118 milímetros
de precipitación en ocho días, otro récord.
En los cantones más
afectados, Tesino, Valais, Grisones, Uri y San Gall, las inundaciones dejan 51
muertos. Los daños ascienden a 40 millones de francos de la época, casi mil
millones de hoy.
Sin embargo, la gran
inundación será una fuerza. Va a modelar no solamente el paisaje, sino también
a la política y la sociedad, observa Stefan Brönnimann, profesor del Instituto
de Geografía de la Universidad de Berna y coautor de una publicación sobre las
causas y las consecuencias de la catástrofe de 1868.
En esa época, la protección
contra las inclemencias del tiempo es responsabilidad de los cantones, recuerda
la historiadora Stephanie Summermatter. “Pero frente al carácter excepcional
del acontecimiento, el Estado federal, aún joven [había nacido 20 años antes],
decide intervenir. Es la primera vez que el Consejo Federal (Gobierno central)
toma la iniciativa de manejar un desastre”, explica.
El Gobierno convoca una
comisión de expertos para evaluar los daños y lanza una campaña nacional de
recaudación de fondos. Bajo el lema “Uno para todos, todos para uno”, la acción
permite reunir 3,6 millones de francos y más de tres toneladas de alimentos. Es
la colecta más exitosa en la historia de Suiza, señala Summermatter. “La
solidaridad de los suizos fue enorme, lo que contribuyó a forjar la identidad
nacional”.
Ese desastre de hace 150
años también sentó las bases de la actual política de prevención de desastres,
anota Brönnimann. En lugar de tratar solamente los síntomas, se comienza a
abordar las causas, por ejemplo, mediante la construcción de barreras de
contención y protección a lo largo de los cursos de agua. Y ello con un enfoque
ya no local, sino regional.
La Confederación, que
participa entonces solamente en los grandes proyectos de corrección de ríos
como el Rin y el Ródano, asume cada vez más responsabilidades en la protección
contra las inundaciones, puntualiza Summermatter. Después de esa tragedia, se
adoptan leyes y medidas para la explotación sostenible de los bosques y la
protección de las zonas habitadas, las líneas de comunicación y las grandes
infraestructuras.
Aprender del pasado
Reconstituir los
acontecimientos del pasado nos permite extraer lecciones para el futuro, dice
Brönnimann. Un futuro que se anuncia pleno de retos y escollos: con el cambio
climático, la intensidad de las precipitaciones se incrementará. Pero queda una
buena noticia: según el profesor, es poco probable que Suiza conozca de nuevo
un desastre como el de 1868.
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