Por Tony Arias Gil
Ante la amenaza del
cambio climático, más de 15 mil investigadores y científicos de 184 países
proponen soluciones hacia la sostenibilidad que incluyan la inversión en
iniciativas que promuevan un cambio
ambiental. La Unión de Científicos Preocupados o Union of Concerned Scientists,
UCS, por sus siglas en inglés, dicen que están preocupados porque “hemos
desatado un evento de extinción masiva de especies, la sexta en unos 540
millones de años, mediante la cual muchos de las actuales formas de vida
podrían ser aniquiladas o, como poco, comprometidas a la extinción hacia el
final de este siglo”.
Esta advertencia de los
científicos fue denominada un segundo aviso. El primero se hizo en 1992. En
diciembre pasado, al conmemorarse los 25 años del primer aviso los estudiosos
hicieron este nuevo llamado a la atención.
En el documento proponen
que “las transiciones hacia la sostenibilidad se pueden producir de diferentes
maneras, pero todas requieren presión de la sociedad civil y argumentaciones
basadas en evidencias, liderazgo político, políticas adecuadas, mercados y otras
consideraciones”.
Con urgencia entienden
que hay que desinvertir en inversiones monetarias e invertir en iniciativas que
promuevan cambio ambiental; idear y promover tecnologías no contaminantes y
adoptar masivamente energías renovables y, simultáneamente, eliminar
subvenciones a la producción de energía con combustibles fósiles.
Así mismo priorizar la
promulgación de grandes reservas protegidas de una proporción significativa de
los hábitats terrestres, marinos, de agua dulce y aérea de todo el mundo; así
mismo se debe parar la conversión de selvas, bosques, pastizales y otros
hábitats naturales.
Entienden que se debe
reducir el desperdicio de alimentos mediante educación y mejores
infraestructuras; promover un cambio hacia dietas más vegetales y menos
animales; aumentar la educación ambiental para niños; revisar nuestra economía para reducir
desigualdades y asegurarse que precios, impuestos y sistemas de incentivos
tengan en cuenta los costes reales que nuestro patrón de consumo imponen en
nuestro medio ambiente.
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