Ritmo Social
Junto a todo su equipo, incluido médicos y
asesores internacionales, se encargó de erradicar el coronavirus en Nueva
Zelanda, primer país en lograrlo.
Jacinda ya era historia cuando se convirtió
en la primera ministra de Nueva Zelanda. Durante su período como mandataria, ha
tenido que enfrentar grandes desafíos que sabe manejar con humanidad, certeza y
determinación. Su liderazgo la hizo ganarse el apoyo del pueblo, que la llevó a
una contundente victoria electoral y un segundo período con su Partido
Laborista firmemente en control.
Nueva Zelanda fue el primer país de Oceanía
que eliminó el COVID por completo. El objetivo estaba claro: con miedo pero,
también, ambición, cosa que no niega la ministra, tenían metas y la principal
era que, de forma temprana, se tomara conciencia de que el sistema de salud del
país necesitaba mejoras, porque no podían hacerle frente a un gran brote.
Este país fue uno de los primeros en tomar
medidas parecidas a las de China, Taiwán y Tailandia. Increíblemente, de 5
millones de habitantes, solo murieron 25 personas. Algo importante es que ha
logrado frenar la difusión del COVID-19, permitiendo que la gente vuelva a los
lugares de trabajo, escuelas y estadios deportivos, sin restricciones.
“SÉ FUERTE. SÉ AMABLE”, LAS DOS PALABRAS CON
LAS QUE SIEMPRE CONCLUYE SUS DISCURSOS.
Cuando la pandemia inició, sus únicas dos
opciones eran evaluar los países que tenían inmunidad de rebaño o aplanar la
curva. Ella optó por esto último. “Originalmente, allí fue donde empezamos,
porque no se consideraba que fuera posible la eliminación”, agregó. Pero
rápidamente cambió de parecer.
En una de las primeras reuniones sobre cómo
actuar con el tema, su principal asesor científico le mostró un gráfico que
mostraba cómo sería aplanar la curva, pero no solo eso, también la capacidad de
los hospitales y el sistema de salud. Y aquella no estaba por debajo de esa
línea. En ese momento, supo que aplanar la curva no era suficiente.
Sus medidas primordiales: Cerrar fronteras y
un confinamiento estricto, eso acabó con la enfermedad. Pasó 102 días sin que hubiera
propagación comunitaria. Si hubo un rebrote el pasado agosto, probablemente se
originó en el extranjero.
Se convirtió en una líder ejecutiva más joven
con 37 años. Está dentro de esa lista de personalidades que se enmarcan en la
nueva generación de políticos que irrumpe con fuerza en la escena política
internacional.
Nació en Hamilton, Nueva Zelanda. Sus colegas
la definen como una mujer centrada, responsable e independiente. Desde muy
joven, trabajó para terminar su carrera de Ciencias de la Comunicación y, a los
20 años, abandonó la fe mormona en la que fue educada, principalmente por la
posición anti-gay de este credo.
Al salir de la universidad, trabajó en
Wellington, la oficina de varios ministros. Terminada su labor en esta empresa,
se dedicó a la asesoría de Tony Blair y, en el 2008, resultó elegida como
presidenta de la Unión Internacional de las Juventudes Socialistas. Llegó a ser
la ministra cuando Andrew Little, el entonces líder laborista, renunció, y él
mismo fue quien la propuso para reemplazarlo, convirtiéndola así en la líder
más joven en la historia del partido.
Su autenticidad, carácter informal y su
cercanía le hicieron calar muy alto entre los electores y, tan solo un mes
después, la recurrencia de votos había aumentado hasta el 43%.
Su capacidad de mostrar su lado más humano es
uno de los atributos detrás de la elevada popularidad de la primera ministra,
con quien el Partido Laborista confía poder asumir todas las necesidades de su
pueblo. “Ya hemos tenido tres primeras ministras en Nueva Zelanda, pero Jacinda
hace política de forma diferente. Ella no ataca al oponente, sino que juega
limpio y combina la empatía con la fuerza. La gente se centra en su bondad
porque es el aspecto novedoso, pero también es una líder que toma decisiones
con garra”, de esta forma se expresó la diputada Priyanca Radhakrishnan en EL
PAÍS.
“No es fácil confinar a una ciudad, una
región o un país porque el impacto económico es significativo, todos estamos
conscientes de ello. Pero, para nosotros, escoger entre la gente y la economía
es una dicotomía falsa, porque si pierdes a la gente, pierdes la economía”,
agregó la diputada.
AUCKLAND, NEW ZEALAND
– APRIL 15: New Zealand Prime Minister Jacinda Ardern takes questions from
school children at the Homai School in Manurewa on April 15, 2021 in Auckland,
New Zealand. The NZ Government has announced the expansion of Mana Ake services
to five new District Health Board areas to give more children access to mental
wellbeing support. The expansion of Mana Ake will start in five new DHB areas;
Northland, Counties Manukau, Bay of Plenty, Lakes and West Coast. The Mana Ake
program provides mental health and wellbeing support for children in primary
school years 1–8. (Photo by Phil Walter/Getty Images)
Cuando el coronavirus regresó a Nueva Zelanda
a mediados de agosto, la primera ministra confesó sentirse “abatida” después de
celebrar más de 100 días con cero casos de la enfermedad. Tenía miedo y
preocupación, no entendía cómo pudo suceder, pero ha demostrado que no tiene
apuros en mostrar sus flaquezas, tanto en el ámbito personal como en el
político.
El Gobierno neozelandés ha sido reconocido a
nivel internacional por su estrategia de contención de la COVID-19, que solo ha
causado 25 muertos en un país de casi cinco millones de habitantes. Priyanca
Radhakrishnan explica cómo la primera ministra pone las vidas de los
neozelandeses por encima de cualquier otra consideración.
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