Puro Marketing
Los precios se basan en los datos generados
previamente, pero si no hay datos no tienen a qué apelar
En el mundo en el que consumidores y marcas deben moverse ahora mismo, los algoritmos son una fuerza creciente y una ya decisiva. Es un algoritmo el que escoge qué noticias te recomienda tu móvil que pueden ser interesantes, también es otro el que escoge qué contenidos aparecen en el feed de la red social que consultas cada día. Los algoritmos no solo gestionan la avalancha de contenidos que te rodean, sino que también marcan cuánto pagas por ciertos productos, qué ofertas recibes o qué tarifas serán las que hagan más probable que compres.
Pero ¿qué ocurre cuando esos algoritmos no
pueden entrenarse? Al fin y al cabo, si los algoritmos funcionan y si logran
posicionarse de forma efectiva es porque parten de una elevada cantidad de
datos. Esto es, el cómo funcionan y las decisiones que toman se basan en todo
lo que los consumidores han hecho antes. Si te ofrecen un billete de avión a un
precio es porque los patrones previos dicen que es la mejor idea. Pero si no
hay un nada previo, tomar esa decisión se convierte en muy difícil y
complicado.
La industria turística es el mejor ejemplo
para comprender cómo ocurre esto y cómo se convierte en un problema. Como
explica en un análisis The Wall Street Journal, el año del coronavirus ha
'estropeado' los algoritmos que marcaban qué tarifas se debían pagar por los
viajes de avión.
La reeducación del algoritmo
No solo los consumidores han cambiado sus
patrones de compra (se compraban viajes para casi el día siguiente, por temor a
lo que pudiese ocurrir con la crisis pandémica, aunque ahora se ha vuelto a
planear con más tiempo, al menos más tiempo que en verano de 2020), sino que
además se ha producido una caída en el histórico de datos. Esto es, como hubo
una caída abrupta previa de compra de billetes de avión, no hay una base de
datos que ayude a determinar qué es lo mejor para vender ahora a los
consumidores que buscan vuelos.
El patrón que se usa tradicionalmente para
vender billetes de avión, como apunta el Journal, se basa en el equilibrio
entre diferentes algoritmos. Estos son los que determinan cuándo ofrecer unos
tipos de billetes y no otros y qué tarifas no se deben ofrecer en determinados
momentos para que la venta sea rentable.
Todas estas decisiones se tomar partiendo de
qué ha ido ocurriendo en el pasado cercano, pero durante la pandemia no ocurrió
nada 'normal'. Las aerolíneas vivieron una situación que hizo que los datos no
fuesen fiables como vía para comprender luego cómo se va a comportar el
mercado.
Dejar en manos de los algoritmos las
decisiones hacía que los precios ofrecidos fuesen poco realistas, lo que llevó
a que las aerolíneas volviesen a dejar en manos de profesionales humanos las
decisiones de qué vender y cuándo.
Ahora, sin embargo, deben volver a confiar en
los algoritmos, lo que supondrá una carga extra. Esos algoritmos deben volver a
entender cómo funcionan las cosas. Además, no solo se trata de volver a activar
los algoritmos, sino también de comprender los matices en términos de qué pasa
en cada mercado. En Estados Unidos, la recuperación de las reservas de vuelos
es clara. En Europa, todavía no lo es.
Igualmente, las aerolíneas también debieron
tener en cuenta otros factores, como por ejemplo lo que el algoritmo suponía en
términos de reputación. En un primer momento, por ejemplo, hizo que los precios
escalasen, lo que se convirtió el algo muy criticado por los consumidores.
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