Lic. Pedro J. Diaz Ballester
Tras un año de confinamiento, y de tener a las niñas y niños en casa para protegerles, los países de Centroamérica y la República Dominicana se están preparando para que más estudiantes puedan volver a las escuelas . Ahora conocemos más sobre la pandemia, los sistemas de salud cuentan con mejores capacidades y se han iniciado los procesos de vacunación contra la COVID-19.
Pero ¿qué debemos tomar en cuenta, además de medidas de
bioseguridad, para garantizar un regreso seguro a las aulas en Centroamérica y
República Dominicana? Sobre todo, ¿cómo
recuperarnos de los impactos negativos de la pandemia y del rezago que supuso
para el aprendizaje el reto de adaptar la educación a modalidades remotas?
Centroamérica y la República Dominicana, como el resto el
mundo, han sufrido por la pandemia una crisis social y económica de una
magnitud sin precedentes en los últimos 100 años. En educación, los países
tomaron medidas acertadas y rápidas, como el cierre de escuelas. A la vez,
aseguraron la continuidad de apoyo a través de comidas escolares para los
estudiantes más vulnerables, el uso de plataformas remotas, como televisión,
radio y/o internet, la adaptación de contenidos curriculares y la distribución
de libros y materiales didácticos a los hogares.
Sin embargo, no hay que olvidar que Centroamérica y la
República Dominicana, como el resto de Latinoamérica, entraron a la pandemia en
una situación lejana a la ideal.
Afrontar el rezago escolar durante la pandemia
La región ya vivía una grave crisis silenciosa, la crisis
del aprendizaje, en la que hasta ocho de cada diez estudiantes con edad de
terminar la educación primaria no podían leer fluidamente un texto simple y
adecuado a su edad. Para mala fortuna, la pandemia vino a profundizar el rezago
escolar de muchos alumnos y a agudizar las brechas de aprendizaje.
Por las limitaciones impuestas por la pandemia, ha sido
más complicado llegar a los estudiantes más vulnerables o los que viven en
zonas remotas. En Panamá, por ejemplo, solo un 19 % de los estudiantes en
hogares con los ingresos más bajos tiene acceso a internet en casa. Para las
familias en vulnerabilidad ha sido difícil además acompañar académicamente a
sus hijas e hijos.
El regreso a las aulas y a las clases presenciales o
híbridas (presenciales y virtuales) puede ser una gran oportunidad para que
Centroamérica y la República Dominicana se enfoquen en acelerar
significativamente los ritmos de aprendizaje. Pero hay varios retos clave por
atender:
La seguridad sanitaria en las escuelas: lo ideal es que
las escuelas de la región tengan capacidad de implementar guías para recibir
alumnos de una manera segura, con acceso a agua potable, saneamiento básico y
una infraestructura resiliente.
Hay que asegurar que todos los niños y niñas estén
efectivamente de regreso: con la pandemia llegó también una de las mayores
crisis económicas y, con ella, un enorme riesgo de trabajo temprano y deserción
escolar. Es urgente abordar y prevenir este problema.
Invertir en diagnósticos de aprendizaje que ayuden a los
docentes a identificar los rezagos reales en el aprendizaje. Un ejemplo es el
piloto de tecnología adaptativa en República Dominicana: cada niña y niño es
único y debe tener su oportunidad para recuperar su aprendizaje. Esto es
posible con acceso a buenos diagnósticos formativos en el salón de clase, bien
como un enfoque remedial (pedagógico u otro), para acelerar el ritmo de
aprendizaje. Los rezagos en competencias básicas, como matemáticas y lenguaje,
deben ser atendidos lo más temprano y sostenible como sea posible.
Garantizar que cada docente tenga acceso a más formación
y medios para hacer su trabajo de una manera cada vez más flexible, digital y
respondiendo a los retos de cada estudiante. La tecnología puede, y debe, tener
un lugar importante en el apoyo al docente, pero no es todo. Es necesario
contar con docentes y directores escolares reconocidos por su comunidad,
entusiastas y con una carrera estructurada y a base de méritos.
Perseverar para que las familias centroamericanas y
dominicanas estén más involucradas que antes en el sistema educativo. Esto es
algo que se debe incentivar y, para ello, las tecnologías pueden y deben apoyar
para construir una alianza fuerte alrededor de la educación.
Los sistemas educativos en Centroamérica y la República
Dominicana avanzaron mucho en los últimos años y su atención sobre la
importancia de la educación virtual nunca había sido tanta como ahora . Es
verdad que todavía hay muchos retos, sobre todo los riesgos de deserción y las
brechas en el acceso digital, pero los sistemas se han reinventado con respecto
a la entrega educativa y tienen muchas oportunidades para mejorar aún más.
La pandemia, de hecho, aceleró muchos cambios positivos.
Ahora hay que aprovechar el momento, para seguir adaptando contenidos hacia a
una modernización curricular estructural, que ofrezca una base sólida académica
complementada por competencias socioemocionales.
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