Voces y ecos
RAFAEL PERALTA ROMERO
El
sentimiento común se torna en una fuerza indispensable para que un conglomerado
humano se constituya en una real comunidad, en un pueblo. Esa fuerza resulta indetenible cuando busca
un propósito que interesa a la mayoría de la colectividad. Y
ciertamente, reporta un goce a espíritu “vivir los hermanos en uno”.
Por
razones ordinarias del periodismo, esta columna
debió tratar la sorprendente -y deprimente- victoria del señor Trump en
los Estados Unidos y lo que podría significar para millones inmigrantes hispanos.
También pudo enfocarse este espacio en la elección de los miembros de la Junta
Central Electoral, que no deja de tener su zurrapita.
Como
ven, destinado a escoger entre esos dos temas, he optado por referirme al
programa de actividades realizado por la comunidad de Miches, con su párroco Andrés Solano a la
cabeza, para festejar el sexagésimo aniversario de la bendición del templo que aloja
la parroquia san Antonio de Padua.
El
vínculo entrañable con el terruño donde he nacido guarda vetas especiales para con la iglesia donde recibí el sacramento
de la confirmación, aunque no el bautismo.
Además de que en ese templo
ocurrió lo que podría llamar “el inicio de mi vida pública”, con la
lectura de textos bíblicos en los oficios
religiosos.
La
celebración duró 10 días de octubre e incluyó: noche de bodas y renovación de
votos; organizado por la pastoral familiar, y una noche de concierto,
organizado por la vicealcaldesa Nilcia Mota, Jesús Santos y un equipo. Por
igual, hubo un día de jóvenes, organizado por la Pastoral Juvenil.
Los
feligreses tuvieron momentos para referir historias de la parroquia, que es un
acto vital para reforzar los sentimientos comunes. Los niños tuvieron su
oportunidad, organizados por Ramona y un equipo. Así fue prevista la tarde de damas, organizada por
tres exquisitas damas: Alba González,
Francilín Gil y Tanya Peralta.
La
celebración juntó lo religioso con lo social y lo cultural: el canto folclórico
con la renovación carismática, la charla a los adolescentes con el toque de
atabales; la convivencia y cooperación de sectores políticos adversos como la vicealcaldesa Mota
y el senador Santiago Zorrilla. Es notorio –y era necesario- el liderazgo del padre Solano.
No
podía faltar la recordación al venerable sacerdote Daniel McNeil, de los
Scarboro, quien fuera párroco durante 21 años y
se mostrara como un auténtico paradigma de amor al prójimo. Tuve la
honra de hablar en torno a la vida de
este magnífico misionero del bien. No
fue buen orador, pero lo que le faltó de retórica, lo multiplicó con el
ejemplo.
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