RAFAEL
PERALTA ROMERO
La
JCE será presidida por el magistrado Julio César Castaños Guzmán e integrada
por Roberto Saladín Selín, Rosario Graciano de los Santos, Carmen Imbert Brugal
y Henry Mejía Oviedo. El impacto de la designación ha sido menor por los
anuncios anticipados. Además, la población fue anestesiada y la incisión se ha
sentido menos.
El
PRM (Partido Revolucionario Moderno), cabeza de la oposición, tiene con esta
JCE una prueba por delante. Esa organización mantuvo la firmeza en la idea de que no fueran designados políticos como miembros de la institución. En pro de esa posición sacrificó a los suyos,
alguno de ellos con buena aceptación colectiva.
La
democracia es un sistema excelente cuando todos los actores políticos la
respetan y aceptan sus reglas. El PRM confió en que el PLD cree en la democracia.
Pero ese partido, de gobierno, se burla de la democracia mientras aprovecha las oportunidades que ésta
ofrece para el acceso a las fuentes de poder y usarlo a su antojo.
Ahora
tenemos una JCE entre cuyos cinco integrantes
el PLD cuenta con miembros, simpatizantes y aliados. La oposición no
tiene a nadie, si acaso enemigos. A tiempo lo dijo un senador peledeísta: “Al
PRM se le peló el billete”. Esa es una perfecta expresión de la filosofía
política del partido de Leonel Fernández y Danilo Medina.
Entre
los jueces electorales hay gente con buen nombre. Eso constituye una esperanza. A la oposición le queda
depositar la confianza en esa gente que tiene algo que perder: el prestigio
ganado en sus actuaciones públicas. Lo
que pasó en las elecciones de 2016 es
aprovechable para que los nuevos jueces demuestren
la diferencia.
Entre
los suplentes, quienes sustituyen a los titulares en caso de renuncia, muerte o
recusación, hay miembros del comité central del PLD. Es que en esa organización
todo se calcula. La divisa del PLD –lo dice Euclides Gutiérrez- es que “en política se hace lo que conviene
a los intereses de uno”. Cada miembro de
la JCE mire bien a su suplente.
Hay
gente confiable entre los miembros de la nueva Junta Central Electoral. Es el
consuelo de la oposición, autoexcluida
del reparto. Ahora conviene intentar
crear confianza entre los cuestionados. Y cada partido prepararse a tiempo para
la batalla electoral venidera sabiendo que en cuanto a los árbitros, todo está
consumado.
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